Cuando estuve en Cuba en el 2004 comprobé el extremo de lo que es un proceso de negación. Cuanto más autoritarismo hay, la negación aumenta porque es una forma de preservación.
Los turistas veían el espectáculo de la calle Obispo pintada y bien mantenida y un par de lugares más, en medio de una ciudad que parecía que hubiera sido objeto de un bombardeo. La ceguera era completa. Se los oía hablar de lo pintoresca que era la capital cubana.
Entre nosotros hay varios temas en los cuales “creer” implica vivir en paz y los principios inquisidores están intactos aunque las brujas no sean quemadas en una hoguera por ahora. El favorito la Guerra Sucia. Su recuerdo es un festival de sumisiones y adaptaciones que permiten adquirir a cualquier idiota un cierto status rebelde y bien pensante. Para estas posiciones fundamentalistas todos los hechos confirman las creencias. No se trata de meros dogmas sobre doctrinas, sino dogmas sobre buenos y malos. El que no es Batman es el Pingüino, el que no es Caperucita es el Lobo. Y todos los hechos confirman que los otros son el lobo y los propios Caperucita.Como se trata de posturas y no de ideas, mientras agraden piensan que se están defendiendo. El gran aporte del liberalismo a la historia de la humanidad es el entender que los “buenos motivos” del poder son siempre el problema y no la solución.
Me fui por las ramas. Otro militar imputado en causas de derechos humanos muerto para Carlotto significa que los están matando los militares para que no hablen (¡después de treinta años!).
Cuando desaparece López, eso indica que los militares lo hacen desaparecer para que no diga lo que sabe, aunque ya lo haya dicho. Y cuando mueren militares esto también confirma que ella es buena y los otros malos. Es culpa de los mismos.
¿Elementos para sustentar eso? Ninguno, sólo el propio peso del dogma sostenido y el temor de todos a estar fuera de sus admoniciones.
En ese marco de ceguera Carlotto queda al descubierto en su arbitrariedad y el poco aprecio por los derechos humanos (¿no debí decir esto no?; hay, que cagada, ya lo dije). Quiere que todos los hijos de militares de cierta edad sean puestos a su disposición para escudriñarlos y buscar en ellos el mal. Ahí tiene que estar la prueba de que el golpe del 76 fue para llevarse niños, en algún bolsillo de uno de esos jóvenes. Ya lo había hecho la bruja de Hansel y Grettel. Después vino la dictadura a completar su tarea. Parece que hacerle mal al malo no es nunca un atentado contra los derechos de nadie. Lo malo es hacerle mal al bueno. ¿Quién es el bueno? ¿Qué es un hijo de un militar no robado? ¡Un malo en potencia! ¡Revisémoslo!¿Y el hijo supuesto de un desaparecido en poder de otro? ¡Un bueno, buenísimo! Salvo que no le interese un pito el proceso de purificación, en cuyo caso también lo revisamos a él que pasa a ser un malo, malísimo; nos llevamos su ropa interior ayudados por jueces que eran malos pero ya son buenos porque están con nosotros.
Me pregunto si esos padres que tendrían que entregar información sobre sus hijos estarán dispuestos a hacerlo. Porque supongo que invocar cosas como “el honor militar” para entregar a un hijo a la inquisción no encaja. Si los militares no pueden defender a sus hijos, nunca podrían defendernos a nosotros. Aunque ya no se si lo merecemos.
¿Y los hijos de Ernestina Herrera de Noble? No son hijos de militares, pero de ellos Carlotto no habla, no quiere hablar, ni deja que se hable. Ninguna negación es perfecta. No hace falta, ella también es de las que van a Cuba a abrazarse con los que matan, persiguen y torturan por amor a la humanidad.