Disparar al enemigo

Lamento pinchar el globo, pero las “marchas contra el terrorismo” son un sinsentido. Marchas se hacen contra gobiernos civilizados que aceptan la opinión ajena como un componente de la política. Pero tipos que te quieren matar, sólo pueden ver en una marcha, llena de figurones, un éxito. Disfrutan del tamaño de la conmoción causada con pocas bajas y recursos.

El occidente derechohumanista, negador de la realidad, es el caldo perfecto para que desarrollen su actividad los conquistadores y depredadores. Todo se convierte en un argumento con gente que no está interesada en la argumentación, que distraerá a sus víctimas en discusiones que no llevan a ninguna parte, mientras la matan.

El asunto con un enemigo es cómo producirle un daño de tal magnitud, que su voluntad de pelear desaparezca. El punto por supuesto no es ninguna proporción de fuerzas, sino una eficiencia en el uso de la fuerza contra ese enemigo, es decir, hasta doblegarlo. No hay un límite antes de eso.

Tampoco se lo debe juzgar dicho sea de paso. El juicio requiere no ser enemigo. ¿Cómo voy a hacerle un juicio a un enemigo, lo que implica la posibilidad de absolución, que en este caso no quiere decir otra cosa que mi obligación de rendición?

Se debe tener una doctrina, unas normas propias, no humanas, una disciplina y un objetivo de paz. Lo cual no tiene nada que ver y se lleva de las patadas con la corrección política, que quiere decir llevar el ego a un pedestal pedorro buenista, socialdemócrata.

Al enemigo le disparo porque me dispara. No lo definí como enemigo porque quiera nada de él, sino porque él quiere algo de mi y viene a buscarlo (tampoco porque piense de una manera, aunque sea estúpida, o contraria a la libertad o el derecho; mientras no lleve a cabo un acto de enemistad su estupidez no me molesta). Esa es la diferencia. Al que no le alcanza y piensa que tiene que ser un benefactor de la humanidad, cuando el concepto de humanidad incluye al Che Guevara (hasta para muchos es más humano que nosotros mismos) y a Pol Pot, está frito. Mejor que se rinda.

Dicho esto, el enemigo no es otra doctrina. Las doctrinas discuten con las doctrinas, no hace falta disparar. Por eso es indiferente cómo sea el Islam o cómo sean los islámicos, ese tipo de discusión está bien para el café o la academia o el púlpito. El mal pensamiento no es enemigo de la libertad, sólo el uso de la fuerza. Se dispara al que dispara. No se le dispara al tibio, ni al simpatizante del enemigo. Si al que es cómplice, si no se lo puede neutralizar con algo menor.

Vencida la voluntad de lucha del que dispara, el tibio perderá entidad.

La infección derechohumanista transformó para muchos lo que estoy diciendo en una especie de mal, porque implica no tener ninguna amplitud kantiana a la hora de ser amable con un terrorista. La falta de esa doctrina de lucha (no de procedimiento legal reservado al simple delincuente) lleva al riesgo de que el enemigo se defina a si mismo como civil una vez vencido y entonces tenga una segunda oportunidad para lograr lo que quería, por el suicidio pseudoprincipista de la víctima. Hay que revisar otra infección que es el nacionalismo. Con el título de propiedad de los estados sobre los individuos y el de estos de hijos no repudiables de esos estados (es decir, la nacionalidad), no se puede trazar la línea divisoria necesaria.

Pero claro, el desafío es no dejar de ser quién se es. Se debe seguir una doctrina y unas reglas y ser consecuente con ellas. No debe uno convertirse en el enemigo. Esto no es un objetivo “humano”, es un objetivo, libertario. Es decir, de una parte de la humanidad ¿Y la otra? La otra no me importa, mientras no se meta conmigo. No se puede entrar en debate con el que nos quiere matar, entre él y nosotros hay un palo, no un argumento. Asunto fundamental que occidente quiso evadir con la construcción de la Torre de Babel de los “derechos humanos”, tan humanos que debían hacer ceder o poner en peligro a los derechos individuales.

No hay doctrina todavía para luchar contra el terrorismo en general ni contra el islamismo en particular. Se perdió demasiado tiempo luchando por la humanidad. Es hora de pensar. Esta es una situación lockeana, no kantiana.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

3 comments

  1. De acuerdo. Hay que tener presente que estos caricaturistas murieron a manos de raperos frustrados, no de una secta islámica. Es absurdo darle status político o religioso a cualquier tarado. Un problema de orden público no deja de serlo porque sus agentes se cubran de consignas.

  2. José: En primer lugar, no conozco los fundamentos del ataque. No sé si los atacantes dispararon a las personas concretas que con nombre y apellido ofendieron sus creencias -lo que me parece exagerado dada la desproporción del daño pero al menos adecuado en lo que se refiere a qué sujetos responder- o si atacaron a un colectivo, llámese occidente, Francia o quien sea.
    Tampoco sé si lo hicieron a título personal -tampoco sé cuál es la dimensión del individuo para el Islam si es que actuaron en nombre del Islam- o en nombre de algún colectivo sea este un estado o una religión.
    Siento pena por los muertos y sus familias. Tal vez se hayan equivocado al ridiculizar un objeto de culto ajeno y así haber ofendido a alguien, que a mí me parece que equivocó la proporción en el resarcimiento de su ofensa.
    ¿Será esto la representación de un choque de civilizaciones? Una que por un lado respeta, al menos en parte, los derechos individuales, entre ellos el de la libertad de expresión y otra que define los derechos de otro modo.
    Qué papel juegan los estados en todo esto?
    Si de algo estoy seguro es del peligro de que los estados, a semejanza de la reacción de los Estados Unidos luego del 9/11, tomen esto para continuar restringiendo las libertades y las responsabilidades de los individuos y para seguir socavando sus economías con la excusa de defender los valores que los burócratas de turno no hacen más que envilecer.
    Saludos.

  3. En desacuerdo. Una persona que fue entrenada en Yemen por Al Qaeda… a parte de ser un rapero frustrado, hijo, novio y hasta quizá contribuyente francés, es un sectario islámico devenido en terrorista.

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