Pocas cosas expresan más el comportamiento decadente argentino como el poder omnímodo e improductivo de las secretarias de muchos personajes. No tienen la más remota idea de cuales son las prioridades de sus jefes porque ellas no participan en las reuniones ni son testigos de las conversaciones, se limitan a disfrutar del pequeño poder de hacer de filtros de todos. Sus jefes pueden ser las personas más razonables y accesibles, uno puede haber arreglado todo con ellos, pero es inevitable pasar por la inspección de una secretaria, o secretario para que no me tilden de machista, imitadores de la empleada pública de Gasalla.
Ah, dicen algunos cuando se les señala este problema, lo que pasa es que es tanta la gente que quiere hablar con ellos que son de gran ayuda. Supongo que ya venderán un aparatito que de diez llamadas deje pasar una o una proporción menor si son tipos muy importantes. Porque el criterio parece que acá no juega ningún papel.
Señores jefes, hagan el favor de asomarse fuera de sus oficinas a ver si tienen contratado a algún personaje así porque me tienen podrido.
Estos personajes son insoportables pero, en algunos casos, son necesarios. No todos los secretarios son incompetentes. A veces el incompetente o el enquilombado es el que esta adentro y en estos casos,si tienen suerte, pueden encontrar alguien que les oficie de secretario y no les resuelva los problemas, pero si les ayude a priorizar y ordenar sus tareas. Saber llevar una agenda de trabajo no es para cualquiera.
La función de las secrearias de filtrado de plomazos esta asociada al la cultura argentina del poder, (especialmente el del gobierno)
al que se acude para obtener favores y privilegios, en tal medida que resulta finalmente agobiante.
¿Qué pasó, vieja? ¿Te tiraste un lance y la secretaria de marras te dejó de garpe?
Claro Pablito lo que pasa es que los que tienen “secretarias-filtro” son por lo general piojos resucitados que se quieren hacer los impotantes, es la misma mentalidad del Mono Gatica que decía que “para hablar conmigo hay que pedir audiencia” y no era mas que un cabecita surgido de las cloacas de los arrabales.
De acuerdo con Martín, “la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer”
Había un viejo cuento de unos jerarcas de gobierno que en una evaluación los mandan al campo a hacer tareas inusuales para ellos. Primero le dan a repartir en una ha. una parva de estiercol. Lo hacen bien y rápido. Después les piden que calculen cuanto iba a durar una tn. de heno si tenian que alimentar una vaca y un cerdo si cada uno consumía por día tantos kgs.
Pasan cuatro horas y no tenian resultados y ante el reclamo del instructor le dicen. UNA COSA ES REPARTIR MIERDA Y OTRA HACER CALCULOS SIN SECRETARIA!!!!!
Y con tal de tener un sueldito, viene bien cualquier cosa. Ese es el razonamiento.
Nada tan importante Ratazinger Inquisitor…
Definitivamente,la culpa es del jefe. Está lleno de los cobardes que dicen “mi secretaria no me dijo nada” porque son ellos los que no quieren dar la cara.
La secretarias son uno de los atributos simbólicos del poder en la Argentina,
del mismo modo que lo son las fastuosidades de los despachos de los directivos,
que suelen asombrar a sus colegas del exterior cuando visitan la Argentina,
es parte del culto vernáculo de las apariencias, que también se advierte en nuestros gobernantes.
Características de países bananeros, donde como no se puede impactar con el contenido, se busca impactar con el envase.