También esta señora tan deteriorada en sus nervios, tuvo su momento en el que todo lo que hacía al elenco estable del cholulismo del poder le parecía muy inteligente. Igual que en el caso de Aníbal Fernández, se confunde la combinación de perversión e impunidad con inteligencia. Este es un gran momento para ejemplificarlo, porque la escalada menor que ha iniciado con la pelea por el protagonismo en el traspaso de mando puede subir hasta el tono que ella quiera, pero el resultado le es irremediablemente desfavorable: ella sale del poder y Mauricio Macri lo retiene, rodeado de ceremonias, saludos de presidentes, incluso algunos amigos de ella. El final es que la señora que se cree “genia” pierde, si es que ella elige armar un berrinche de peluquería, como diría su ladero estrella.
Ya es tarde incluso para desarmar el operativo humillación a Macri que aunque triunfe fracasa. Si desarma el curso de acciones que inició se verá también como una derrota. Lo que está haciendo asegura el final más ridículo imaginable para un régimen todopoderoso. No hay ninguna incompatibilidad entre el ridículo y el abuso del poder, casi siempre van unidos. El problema es que en un caso todos se ven obligados a adular y en otro se transforma en un espectáculo grotesco, que es lo que esta mujer está empeñada en dar.
El estado socialdemócrata es tan poderoso que permitió a Hitler ser Hitler, algo que está bien retratado en ese libro que siempre recomiendo que se llama “4000 años de controles de precios y salarios…” de R. L. Schuettinger y E. F. Butler. Allí los autores comentan que el dictador alemán no tuvo que hacer grandes cambios en la legislación económica para construir un estado todopoderoso, nada más se apoyó en la que le dejó la socialdemocracia concebida para hacer cosas “buenas”. Ese estado otorga un poder omnímodo al que quiera usarlo sin escrúpulos. Esa falta de escrúpulos, más la impunidad de ese estado, es lo que le otorgó a esta señora la capacidad para decir y hacer cualquier estupidez y que se la llene de elogios. El estado que nadie quiere desarmar, dicho sea de paso.
Perdido el poder la señora caprichosa es nada más que una señora caprichosa y esta disputa que armó muestra eso y su falta de inteligencia. Haga lo que haga el 10 de diciembre pierde. La única cosa inteligente que podía hacer no es capaz de hacerla, que es entregar todo con una sonrisa, sin mostrarle a todo el mundo que está derrotada y que le duele al punto de estar dispuesta a hacer el ridículo. A quién le va a vender ahora que el que perdió fue Scioli ¿A Echarri?
Esta es la Fábula del Alacrán de la era de los zombies.
Excelente análisis!