La prolongación de la vida humana es un artificio. También lo es el mejoramiento de la calidad de vida y todo lo que no sea tomar una naranja de un árbol silvestre o cazar una liebre. Con el sistema natural destruiríamos en muy poco tiempo nuestro propio ambiente en los volúmenes actuales de población. Está claro que no es el naturalismo el conservacionista, sino al contrario. El naturalismo verdadero es extractivo, no productivo. Hay variantes y grados por supuesto, pero el punto de este comentario es otro.
El artificio de los antibióticos, los desinfectantes, las cirugías y los estudios complejos que los expertos pueden hacer nos llevan a vivir lo que vivimos estas generaciones. Nuestros genes operan en un sentido y nuestra consciencia en otro. Tomo partido por la segunda y pienso que hay que darle mayor libertad, hay que dejarla andar, probar, ver si puede todavía ganarle más batallas a la genética y a la biología. Pero siempre que la consciencia actúe sobre su propio soporte o en colaboración con otras consciencias en iguales condiciones, es decir, la decisión tiene que ser individual.
Hay personas que en todo su derecho eligen eliminar ciertas ventajas como las transfusiones de sangre en función de sus creencias trascendentes. Están en todo su derecho. Pero también lo están a seguir por otro camino los demás.
Lo que no debe haber es control político, porque eso pone a unas consciencias por encima de otras.
Ahí naturalismo o artificialismo se convierten en crímenes, en violaciones de derechos y la solución es poco inteligente porque el avance del ser humano no depende de una autoridad que determine qué cosa está bien, sino en el descubrimiento experimentando de los errores. La autoridad no admite revisión, el sistema de gurúes, brujos, dioses, presidentes, médicos autorizados, psiquiátras oficializados, diputados, senadores, adolece de este grueso problema de entorpecer las vías de aprendizaje y de hacer eternos los errores.
Hasta aquí hemos llegado en la lucha entre los que quieren controlar y los que quieren ver. Después de un corto período en que se entendió que la autoridad era un problema a delimitar de manera severa, la humanidad volvió a las andadas y busca padres entre los que cobran impuestos.
La gran cuestión para mi es que prolongar más la vida, hacerla más rica en términos de valores humanos, no genéticos, necesita más elecciones no más reglas. Necesita que se pruebe y se vea lo que pasa, el grueso de la población sacar ventaja de los más osados y ver cómo les va, dejar a los mejores actuar y beneficiarse o perjudicarse.
Puede haber gente que decida vivir menos fumando ¿Cuál es el problema si no hay una autoridad que nos obligue a los demás a hacernos cargo de las consecuencias? Tal vez el señor tenga una vida corta pero muy buenos amigos que de acuerdo a su evaluación valga más. Es decir que tampoco la cuestión es la prolongación de la vida como un absoluto, el mejoramiento de la vida, de acuerdo a la consciencia individual puede consistir en un aumento de su calidad en unos términos que los demás no tenemos por qué compartir. Pero tenemos la enorme ventaja de observar y de discutir.
Pensemos en ambas dimensiones, la cuantitativa y la cualitativa. El acceso libre a las drogas y junto con eso el fin de las recetas, es un requisito para que vayamos mucho más allá de donde estamos hoy.
Manejamos nuestro estado de ánimo durmiendo bien, juntándonos con gente agradable, yendo al cine. Habrá quienes elegirán una pastilla, o un buen vino, un chocolate o una pizza napolitana. Harán su apuesta en esa escala entre lo natural como viene dado y lo artificial como un experimento de la consciencia. Y nuestra vida como se viene dando ganará en calidad y cantidad. Al menos creemos vivir mejor que en las cavernas y eso no deja de ser un juicio de valor que alguien podrá discutir.
Seguirán discutiendo los anti tabaco, los anti alcohol, los anti marihuana. Que lo hagan como lo hacen los Testigos de Jehová. Pero que no se impongan con las armas en la mano, ni los primitivismos reconocibles ni los más exitosos.
La conclusión es que nos está quedando demasiado chico el modelo del gurú y el papá. La humanidad necesita hacerse adulta para ser mejor, en los múltiples sentidos en que lo puede ser.
No discuto el planteo en cuanto a la libertad individual pero me parece que esta expuesto de una forma, casi romántica. Digo, a mi entender las sociedades ya vieron muchas veces lo que les paso a los que consumen drogas. La idea de que la droga puede destruir al individuo y degradar a la sociedad no es irracional y sin fundamento. Es cierto que los intentos de restringir el consumo a través de la fuerza publica derivan en situaciones peores que las que hubiera generado el consumo por si solo. Pero los individuos no aprenden únicamente a través de la experimentación directa sino a través de esos sistemas de gurúes, brujos, y dioses que pueden ser una fuente excelente de conocimiento si se los elige libremente. Con esto quiero decir, que estoy convencido (como el brujo) que las drogas como la cocaína y las metanfetaminas, etc. Van a hacer mucho, pero mucho mas daño que bien, sobre todo si la sociedad civil no arma instituciones y genera reglas de conducta que dificulten y estigmaticen caminos que en el pasado han sido seguidos por otros con terribles resultados. Por eso quiero hacer una diferencia entre el modelo del guru (que es bueno, asumiendo que el guru no es el presidente) y el estado omnipotente (que es malo)