Ayer soportaba el programa “Tres poderes” de Majul con la esperanza de ganar indulgencias, cuando se trataron las imputaciones contra el Juez Tiscornia, el mismo que imputó a la señora Garré por contrabando agravado de partes de armamento. Lleno de razones, el trío repitió las imágenes que ya se habían visto en su momento en televisión de un supuesto enviado de Tiscornia que le pedía a representantes de la empresa Codere nada menos que cuatro millones de dólares para liberar el ingreso de máquinas tragamonedas y sobreseer a sus directivos. Después recordaron que los empresarios se llegaron a reunir con el padre de Tiscornia, alguna vez Juez Civil echado por coimero.
El meollo de la cuestión no fue tocado por “Tres poderes” que es que los antecedentes y conductas de jueces son utilizados para disciplinarlos y no para castigarlos cuando corresponde. Que ser “juez de la servilleta” vale como categoría arbitraria contra todo el que no obedezca. Que el Consejo de la Magistratura fue tomado para llevar a cabo esta política que se viene practicando desde la salida de Menem del Poder, cuando muchos de los hasta entonces jueces más cuestionados hoy son intocables. No digo con esto que Tiscornia sea un santo, pero lo que es seguro es que no perdió la castidad por señalar la evidente responsabilidad de la señora Garré en el escándalo de contrabando de armas y que la ausencia de santidad es un camino a la impunidad si se hace la venia al poder post noventista.
En la Argentina se toman como sutilezas cuestiones cruciales. Por ejemplo, una cosa es luchar contra la corrupción y otra cosa la extorsión, que consiste en acumular antecedentes para exigir servicios a cambio. Si la acusación contra el juez se produce como respuesta a la imputación contra Garré la naturaleza de la acción es del segundo tipo. Si la defensa de la señora Garré es que el juez es malo es que todos juegan a derribar muñecos y nadie explica lo que debe explicar.
El gobierno responde con confrontaciones, tanto contra Tiscornia como contra la Sociedad Rural y contra otro, que tampoco es santo, como el señor Stornelli. El que critica recibe una represalia, el que investiga como Lopez Biscayart es amenazado con acusaciones estúpidas. Todos representan al Estado, pero el gobierno sin problemas se ocupa de los intereses del Frente para la Victoria desde los cargos oficiales. Así es el juego institucional, eso que la señora ha denominado fortalecimiento.
En esta cloaca institucional no hay siquiera equilibrios. Porque el gobierno confronta sin explicar nada sino tratando de silenciar a los críticos y del otro lado recibe permisos, porque se le responde con paños fríos, huyendo o con mensajes “positivos”. El arrugue permanente sigue alimentando el juego despótico. El costo de esta conducta para el oficialismo en cambio es igual a cero. Cada vez que alguien se atreve a cuestionarlos recibe una cachetada y como respuesta los otros son los que terminan dando explicaciones. Muy fácil, muy bobo, muy vergonzoso. Las encuestas les dan bien y en gran medida porque la gente no ha visto a nadie más en la cancha. Nadie quiere pararse en el lugar en el que pareciera que se está defendiendo a un Tiscornia. Cuidan la ropa, el gobierno no lo hace.
Complicado de resolver por este camino. Pero uno se explica por qué los gobiernos más irracionales y dispuestos a hacer cualquier cosa, como éste, solo han sido limitados por su propio colapso.
En argentina, siempre el patotero gana.
Sabemos que el patotero es cagòn por naturaleza, siempre se escuda en algùn tipo de fuerza por sobre los demàs, y/ò en la banda de lameculos. Sobreactùa y le creen.
Asì de simple, bien mafioso, bien berreta, bien argentino.
Desde el tipo que te maltrata en la entrada del cine como si eso fuese un puesto fronterizo y guardia armada y nò un servicio por el que el imbècil cobra un sueldo.
De la misma manera, el presidente, èste piojo resucitado desde su cloaca usurera genètica, que patotea creyèndose el dueño de vidas, bienes y libertades.
Siempre marco – como vos en èsta nota – la otra cara del dèspota: los arrugadores.
A mì personalmente me dà màs asco Miguens tratando de explicar que es en realidad una crìtica constructiva, que Animal Fernàndez vomitando lo de siempre. Este es eso, su naturaleza…el otro un cagòn.
Me gusta Sobisch diciendoles a los de nalgas amplias, Silvestre y Bonelli que “el presidente es un miserable” (cosa sabida por todos) y no escuchando respuesta alguna del lado de la patota.
Si acà no arrugasen unos pocos con poder, otra serìa la Historia sin duda. Todavìa no se dieron cuenta.
Un paìs sin sistema inmunològico, simplemente.
Y tendremos que esperar mucho tiempo más por ese colapso?? No los soporto más….
En realidad, hablar de “jueces de la servilleta” está un poco pasado de moda.
Hoy se está empezando a hablar de los “jueces de la corbata”
La modalidad aplicada consistiría en el apriete de los litigantes, por fuera del tribunal, hasta que el pobre realice una “oferta”. Convocado a una audiencia con el Juez sabría si su propuesta resultó aceptada según el color de la corbata de S.S. Todo a prueba de micrófonos o testigos indiseables.
Investigá el asunto José. El tema, de ser cierto, da para uno de tus jugosos comentarios
Hoy escuchaba una noticia según la cual algunos dirigentes de otras entidades ruralistas se manifestaban en contra del “mensaje liberal” de Miguens. Parece que comparten la filosofía del saqueo al que los somete esta asociación ilícita.
Es increíble cómo ha prendido a fuego el discurso populista y “distribucionista”, sostenido durante décadas por “los socialistas de todos los partidos”, según la brillante frase de Hayek, al dedicar su libro Camino de Servidumbre.
Raul, es problema es que una vez que alguien recibe un subsidio no quiere perderlo. Y se vuelve esclavo del gobierno. El populista es una especie de esclavo, prefiere perder su independencia para tener una paga de arriba. Tal vez sea ese el odio a la libertad, realmente la odian porque la han perdido y sufren porque la tienen otros. El odio es un disfraz del fracaso.
El odio es un disfraz del fracaso. Buena frase Roark.
Los subsidiados son como Peter Pan nunca quieren dejar de ser niños, no quieren tener responsabilidades, no queren ponerse los pantalones largos y salir a laburar, a competir, necesitan constantemente que papá Estado los ayude porque solitos no pueden…
Fuerza Tiscornia!!!