Insisto con mi idea de que las empresas, los empresarios, deben involucrarse con proceso político asegurándose que el estado no las llene de regulaciones, no se las trate como rehenes del ocupante de Balcarse 50 ni se las asalte. Todos los días tenemos noticias que gritan esta lección. El paradigma según el cual ellas están para ser beneficiarias de un contexto de seguridad jurídica que aseguran otros es falso o al menos sirve para Suiza no para la Argentina.
Quienes conducen las empresas saben que la política les hace perder plata y que en el corto plazo la sumisión es un negocio ruinoso. Pero se defienden en tribunales y no fuera de tribunales. La Argentina encabeza rankings de burocracia que cuesta dinero a los accionistas. No hay forma de sostener el argumento de que la política no es una cuestión empresaria. Sigo sin ver la diferencia que quienes tratan de no involucrarse quieren ver entre hacer algo con la política y hacer algo con la economía, o con la salud cuando involucra a sus empleados, o con el derecho cuando tienen conflictos o con el fuego cuando las alcanza un incendio. No hay tal diferencia, son puras excusas.
La palabra responsabilidad significa “habilidad de responder” y nuestros equilibrios reales (y formales también) se encuentran rotos porque quienes tienen los recursos para actuar no lo hacen. En parte porque creen que están en falta y que defenderse implica resistir el embate de la “justicia igualitaria”. Nadie se defiende si carece de autoestima. Dependemos de “políticos opositores” que aprendieron antes de quienes los rodean a tener sangre de pato.
No creo que el saneamiento de la política se produzca desde adentro sino restableciendo una relación de tensión entre los privados (de poder) y los que lo ejercen en la cual los segundos vean que no gozan de impunidad generando incentivos para el estado de derecho. La política no será buena con los que producen. Debe temerles.
Cuando digo esto a veces la gente me responde como si estuviera imaginando un ejército de empresarios subidos a los tanques para resistir a la AFIP. Y eso es parte de las creencias arraigadas que la política fomenta que hace que defenderse se interprete como una agresión desmedida. El solo hecho de no dejarse pisar más es un rompimieto violento del statu quo. De cualquier manera no hace falta nada de eso. Bastaría contribuir con docencia, interviniendo en las universidades donde se enseña a odiarlas, entablar relaciones y explicar a los trogloditas que se dedican a la política qué cosa es eso de trabajar. Es mucho lo que se puede y debe hacer.
Una de las razones de la pasividad, cuando no la complacencia de los “empresarios” es que el concepto, en Argentina, se lo vincula con los directivos de las empresas, no con los accionistas, y menos aún, con los accionistas minoritarios. Es frecuente que los directores y “managers” tengan los mismos incentivos perversos que la clase política, de asegurarse un buen pasar, no de responder a los intereses los dueños de los dueños(los llamados “Agency Costs”). Si bien eso se da en todas partes del mundo, en el capitalismo anglosajón es muy frecuente que, ante una conducción ineficiente o corrupta, existan fuertes incentivos de parte de grupos de accionistas de tomar el control comprando en los mercados abiertos las acciones suficientes para asegurar el control de hecho de la sociedad (“take over”).
La escasa protección de los accionistas en Argentina ha sido resaltada por el Wall Street Journal.
Ciertamente, no es la única causa, ni los empresarios -sea en su acepción simplista de directivos, sea como dueños- son los únicos culpables. En gran medida, Argentina necesita un cambio cultural profundo, desde el secundario hasta la universidad. Mientras la protección judicial de lso derechos esté en manos de jueces formados en universidades en las que se les predica que el capitalismo es malo y los funcionarios públicos buenos; o se les dicen pelotudeces como que los jueces “deben ser independientes del poder político y del poder económico” (que en los hechos se traduce en cagar empresarios, o en sospechas de corrupción cuando se les da la razón), no es de extrañar que los empresarios cedan ante las presiones, mientras puedan hacer negocios, o vendan sus empresas, como lo han hecho muchos, o saquen gran parte de sus ahorros líquidos fuera del país.
Además, se da un círculo vicioso: la maraña de regulaciones de toda índole, y de normas y prácticas fiscales totalitarias, hace que toda empresa, empresario o particular más o menos solvente, se encuentre incurso en incumplimientos formales o materiales, o al menos le puedan hacer la vida imposi8ble (así lo dijo con todo desparpajo Alperovich que haría con la empresa de distribución eléctrica EDET S.A., si insistía en pedir aumentos de tarifas); ante eso, deciden que el silencio es salud, lo que alimenta a los totalitarios.
En fin, la cuestión es compleja. La renuncia de los empresarios a luchar por una sociedad que es la que posibilita su existencia, ya había sido estudiada por Schumpeter en “Capitalismo, socialismo y democracia”.
Una de las grandes renuncias de los empresarios es aceptar adjetivos tales como (capitalismo) “salvaje” sin replicar con otros adjetivos descalificativos muy aplicables a los enemigos de la sociedad abierta.
Derechas e izquierdas son palabras anticuadas en el S XXI tenemos dos opciones: sociedades abiertas o sociedades oprimidas.
El único consuelo que les queda a los empresarios es que en el cuarto oscuro
No está Guillermo Moreno.
El empresariado argentino ha sido siempre igual, se ha alimentado de la leche del Estado y fué cómplice de todos los desastres. Es interesante ver los pasivos de los bancos oficiales desde los tiempos del BANADE hasta hoy, lleno de incobrables deudas empresariales. O fijarnos como se beneficiaron con la licuación de pasivos que produjo la devaluación de Duhalde. Nuestros empresarios son meramente mercantilistas, aman la protección, el crédito y los favores oficiales. Después lloran cuándo se les cae el esquema y no saben qué hacer, porque capital propio no arriesgan.
Quiero extenderme en lo que dije en un post anterior: los empresarios están ganar plata, y para eso tienen sus empresas. Creo que estamos cometiendo el mismo error que cometen los zurdos cuando les dicen a los empresarios que es lo que tienen que hacer, que precios cobrar, etc. Finalizas diciendo que es mucho lo que pueden y deben hacer. Tal vez tengas razón pero me suena similar a lo que siempre les criticamos a los dirigistas.
Salgamos del asunto del sonido Lobel, porque la situación es muy distinta. No digo que hagan algo por mi ni por terceros sino por ellos. No digo lo que creo que tienen que hacer con sus cosas sino lo que creo que todos debemos hacer con nuestras cosas y afirmo que ellos no tienen menos responsabilidad sino más.
No creo que “los empresarios estén para ganar plata” porque todos estamos para ganar plata. No tienen nada especial en ese sentido.
Pero además, por lo que no hacen están perdiendo plata.
Coincido en que es responsabilidad de todos. Y aclaro que no soy empresario. Lo unico que no tengo claro es porque la responsabilidad de ellos es mayor. Y si pierden plata es problema de ellos, aunque nos afecte a todos.
Es mayor por el significado de la palabra “responsabilidad” que es habilidad de responder. Hay mayor posibilidad de responder por recursos, por llegada y por información. Son ellos los que conocen los padecimientos de las regulaciones económicas y quienes deben esclarecer.
No digo que cuando pierden plata es problema de todos. Estoy respondiendo a la excusa para no intervenir que es justamente esa de que ellos están solo para ganar plata.
Igualmente creo que son libres de hacer lo que quieran. No se si la finalidad es solo ganar plata, sí me parece, que el que hace un negocio piensa principalmente en eso. No creo que usen esa excusa para no intervenir, simplemente, no se dan cuenta. Piensan que si no intervienen les va a ir mejor. Si son malos empresarios fracasarán y vendrán otros mejores.
En realidad nunca estuvo en discusión la libertad que tienen de seguir actuando así. Es una mera crítica.
Lobel tienen libertad de actuar como quieran, pero esa libertad, como todas las libertades, lleva implicita la responsabilidad de aceptar las consecuencias y no transferirselas a otros.
En el 2002 el mercantilismo inmoral de todo el sector bancario y gran parte de los industriales le pasaron la cuenta a los ahorristas de los desatinos e irresponsabilidades que ellos habian cometido. Nadie los obligó a llenar las carteras de sus bancos con bonos devengándo tasas de interés ridiculas como tampoco nadie los obliga a ser complices (a ser participes necesarios del saqueo y encima no decir nada) del gobierno a todos los empresarios en sus sitema de saqueo mediante contribuciones, aportes e impuetos que hicieron sucumbir toda la estructura de costos de la industria bajo una pila impagable de impuestos…podriamos seguir enumerando razones por las cuales afirmo lo que afirmo pero el punto es es el siguiente; los empresarios pueden no defender el sistema por el cual es posible su existencia y prosperidad pero lo que no pueden ni deben hacer es tranferir el costo de su decidia, inmoralidad e irresponsabilidad al resto de los individuos.
El gobierno avanza por que los que poseen, admisnitran y producen la riqueza lo permiten.
Quisiera recordar que la gran excusa que dieron los excecrables mercanitilistas usurpadores del la clasificación de industriales fue que los costos en argentina no eran competitivos a nivel mundial y por eso pidieron a gritos una devaluación, para licuar salarios y costos locales..pero nadie, repito NADIE levanto la voz para sugerir siquiera una reducción en la verdadera fuente de todas las ineficiencias y sobre costos que los individuos tienen que soportar para poder producir algo, y me refiero a todos los impuesto y “contribuciones” (utilizados para financiar las extravagancias y despifarro de la partidocracia) que auemntan innecesriaemnte el costo de producir algo por estas latitudes. El camino que eligieron, elogiaron y aplaudieron fue el de saquear a todos los ahorristas, estafar a los acreedores del gobierno y a los futuros jubilados y el destruir el valor del salario al devaluar irresponsablemente la moneda que nos obligan a utilizar en todas nuestras transacciones… para esto no los habilita su libertad ya que lo que hicieron es exactamente lo mismo que esclavizar a toda la poblacion para que produzca para ellos y eso es inmoral y aboslutamente excecrable y no puede ser justificado bajo ningún punto de vista utilitario
Creo que no me supe expresar. Mi disenso esta en el modo de conjugación del verbo deber, yo no hubiera dicho “deben” sino “deberían”. Que nos hayamos referido de los empresarios es anecdótico. Los que nos “deben” rendir cuentas son el presidente, gobernadores, diputados, funcionarios, etc. que son “empleados nuestros”. Lo que hacen muchos empresarios puede ser criticable, despreciable, e injustificable, pero para eso estan las leyes (Deberian estar).
Por otro lado me alegra muchísimo disentir en algo con Vos, en este lugar para el disenso. Cada vez que leo una opinión tuya pienso que es exactamente lo que yo hubiese querido decir pero no sabía como hacerlo. Ya me había empezado a preocupar. Empecé a dudar si tenía opinión propia.
Lobel si seguís disintiendo te lo mandamos a Scotta! 🙂
José: creo que sobre el tema no hay análisis más vigente, por la sola fuerza de sus argumentos -y no precisamente por el mainstream socialista-, que el que hiciera Milton Friedman en su artículo “The Social Responsibility of Business is to Increase its Profits”
http://www.colorado.edu/studentgroups/libertarians/issues/friedman-soc-resp-business.html
Lástima no pude encontrar una traducción. Si no existe, valdría la pena hacerla.
Tema aparte: tuve que reenviar el comentario porque me dice que ya llegó al blog, pero por lo visto no te llegó a vos.
Pablo estabas siendo filtrado por el antispam.
Debe ser un antispam socialista. La próxima pruebo con un artículo de Stiglitz 😉
Jose. Ya me parecia que “Scotta” eras Vos disfrazado para crear polemica