Los programas oficialistas tienen como objeto único la difamación de la oposición y el periodismo no alineado. Los no oficialistas, se dedican a mostrar la pobreza como un problema de un “estado ausente” debido a que la plata “se la roban”. Claro que se la roban, es lo único normal que hacen teniendo en cuenta el estado general del pensamiento sobre las posibilidades ilimitadas que da exprimir a los que producen.
Todos coinciden en que el estado nos salva de todo y adquirieron esa versión bien lineal de keynesianismo que explica que el estado sostiene todo gastando. Si el estado no gastara nos moriríamos todos de hambre. Por supuesto, el problema no es el periodismo, se ganan medallas de oro diciendo cosas así.
Ahora bien, dada la experiencia, no entiendo para qué combaten la corrupción. Se supone, desde el keynesianismo, que el gasto es la fuente de la felicidad, incluso el motivo por el que producimos. No producimos porque otro produce y entonces podemos intercambiar bienes y servicios. Producimos porque el estado gasta y queremos quedarnos con esa guita. Por eso no tiene importancia que el estado nos quite la plata, desde esa perspectiva, dicen que está bien que lo haga porque si no lo hiciera nosotros no gastaríamos por estar deprimidos. En ese sentido, los funcionarios que roban realizan la misma acción benéfica. Encima lo primero que hacen es construir mansiones, porque son chorros grasas y mueren por ostentar una casa. Eso genera lo llaman “efecto multiplicador”. El botín de los funcionarios chorros va directo a incrementar la demanda agregada, keynesianamente hablando. Lo hacen con mucho menos gasto administrativo.
Lo único que no cierra todavía es por qué en el paraíso del estado y de los chorros sensibles, Argentina no consigue ser… Paraguay.