Algunos chupamedias de ayer, están empezando a tomar distancia del gobierno. Les golpea en la cabeza la existencia de algunas voces que desnudan su miseria periodística.
Mejor corrijo: no les golpea en la cabeza, sino en el bolsillo. No vaya a ser que se de vuelta la torta y alguno termine ahogado por no subirse al bote a tiempo. El viraje se entiende, los hemos visto tantas veces. Es que la traición es el complemento perfecto de la genuflexión.
Anoche en el programa de Pergollini que suele tener un segmento con Gonzalito que podría titularse la gran sobada a los K, el notero pelado, no recuerdo su nombre, le preguntó a Alberto Fernandez: “va a escribir un libro como ministro de Kirchner o como diputado de Cavallo”. El ministro contestó ingenuamente, confundiendo prostitución con amistad: “como ministro de Kirchner obvio, lo otro no existe”.
Debería notificarse el señor ministro de que muchas cosas, sobre todo pasados, no existen en la Argentina a base de inversión de fondos públicos, pero que ese “no existe” tiene un valor convencional, no real.
“Andá a trabajar” le dijo al notero cambiando su sonrisa por una expresión de mal humor. Claro, trabajar era cuando el pelado le festejaba las payasadas hechas por el gobierno en la cumbre de Mar del Plata, o el circo anti militar, etc. etc. etc.
El mismo pelado le hizo una ironía con la vejez a la hasta ayer tratada como la mujer mas linda de Argentina: Cristina K. Guau, eso estaba prohibido, a otro notero lo echaron el año pasado por hacerle un chiste a la señora. En fin, meterse con aspectos personales de este matrimonio con todo lo que sucede es una muestra del suelo intelectual en el que vuelan esas producciones que encima se jactan de inteligentes.
El domingo fueron presentados como parte, junto con Tinelli, de la estrategia de comunicación de los K. Majul le preguntó a Pergollini por su oficialismo. Por mi parte los vengo criticando desde hace mucho tiempo. Antes de Pergollini hubo otros veletas, muchos. Casi todos los críticos de hoy, salvo un puñado de los menos conocidos, tuvieron su gran etapa de chupamedias. Otros recurren a la política de las compensaciones, un palo y una caricia, para no arriesgar la pauta oficial ¿Por qué el rating los premia? Hay que resignarse y asumir que la gente que vota también ve televisión. Todo parece ser el mismo problema.
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