Néstor Kirchner anunció con Gustavo Beliz la purificación policial, revisó y controló personalmente a los ascendidos. Siete años después parece que el plan en cuestión debe darse por fracasado a juicio de Garré y el ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni.
Ahora queda por determinar, tango por las autoridad política en la materia que representa Garré como por la Justicia que encabeza Zaffaroni y la Corte, cuales son los funcionarios desplazados, cuáles son los hechos de corrupción en concreto y sobre todo si además de Néstor Kirchner y la propia presidente de la Nación hay otros responsables en la cadena de mando de esa situación catastrófica de la que aliviado el Juez declaró que “por fin estamos tratando de resolver una deuda que teníamos desde la vuelta de la democracia”. No hay duda de que los deudores más inmediatos serían los primeros a investigar.
Hay otros motivos para pensar que el denunciado principal fue EL, como por ejemplo esta definición comprometedora hecha en su propio discurso inaugural: “En materia de seguridad no debe descargarse sólo sobre la policía la responsabilidad de la detección de las situaciones de riesgo que sirve de base al desarrollo de la delincuencia. Son el Estado y la sociedad en su conjunto los que deben actuar participativa y coordinadamente para la prevención, detección, represión y castigo de la actividad ilegal”. Y lo aplaudieron mucho cuando lo dijo, sin importar que considerara que la policía no era parte del Estado.