La noticia deslumbrante es que Cristóbal López y Cristina Kirchner usaron fondos de la recaudación fiscal para comprarse varias empresas, entre ellas una petrolera y medios de comunicación para mentirle a la población. El total de la maniobra fue de 8000 millones de pesos. Pero deberíamos pensar esto no con los ojos de los intereses del estado, sino el de los argentinos, a los que se supone, con mucho optimismo, que el estado sirve. Entonces el problema se ve peor.
El precio tiene dos partes: comprador y vendedor. Ambas tratan de obtener la máxima ventaja del trato. Cuando una empresa no sube un precio, no es como creen los funcionarios anteriores y éstos, porque tienen “responsabilidad social”, es porque les conviene. El negocio no consiste en subir los precios sino en obtener los mayores beneficios, lo que en parte depende del precio, pero en gran medida del volumen que se logra vender. Las empresas invierten capital para multiplicar su producción y así poder bajar el precio, atrayendo clientes y ganando más dinero. Esta realidad se olvida porque encima en la Argentina el resentimiento social es casi la materia obligatoria más importante del aparato educativo, estatal y privado, también del familiar. Así que se analiza la economía estableciendo malos y buenos, en lugar de intereses. Intereses ya suena políticamente incorrecto, pero saquemos esa emocionalidad resentida y sigamos razonando.
Aquí aparece la distinción acerca de la naturaleza de esos fondos desde el punto de vista exclusivo de la regulación. Lo que se dice es que el impuesto en realidad es directamente plata del fisco y que el agente de retención se lo apodera. No sería una mera deuda, sino un robo. Pero lo cierto es que sin impuesto ese dinero sería parte del precio, por lo tanto desde el punto de vista económico debe considerarse como un costo de las partes de la compraventa de combustible.
En este caso sí hay malos, pero olvidemos eso un momento porque es indispensable para entender cuál es el verdadero perjuicio que sufre el público, que no es precisamente la pérdida de recaudación fiscal, sino la recaudación fiscal en sí.
Si el impuesto a los combustibles no existiera, Cristóbal Lopez o cualquiera de los otros agentes de retención, hubieran podido vender la misma cantidad de combustible al mismo precio que resulta después de aplicar el gravamen y entonces los 8000 millones estarían donde finalmente estuvieron, dando oportunidad al mismo monto de actividad económica nueva; le hubiera alcanzado a López para comprar varias empresas de medios y una empresa petrolera, demandando una cantidad importante de empleos y servicios de proveedores. Probablemente no hubiera comprado medios para mentir para Cristina Kirchner, que no sería su socia, porque no la necesitaría para nada a ella. Es decir, en lugar de corrupción, habría actividad económica.
También podría haber bajado el precio del combustible e incluso ganar él más dinero expandiendo su red de estaciones de servicio, con lo cual la economía mejoraría por ese lado y también por el ahorro al consumidor, que hubiera tenido un sobrante para dedicarlo a otras cosas, fomentando la aparición de otras empresas.
Si nos limitamos a pensar esto como una pérdida de recaudación fiscal, nos perdemos el principal problema, que es el poder corruptor de la intervención estatal y el daño económico que tenemos a la vista con todo lo que se ha hecho con esta forma de “evasión”. Además hay una recaudación fiscal que ocurre a partir de las ganancias de todos los que participan de todas esas actividades que habría que poner en la cuenta.
No sé de dónde sacan y como suponen todos tan fácil que ese dinero está mejor en las arcas del fisco que en actividad económica. Por supuesto que los medios de comunicación para mentir por el kirchnerismo no son actividad económica real, se parecen más a agencias estatales, pero esa es la parte del negocio que debe atribuirse a las agentes políticos del caso. Es decir, es la corrupción que pertenece a quienes no tienen en principio interés en el resultado económico de la operación.
Mucho más importante que recuperar la recaudación fiscal, es recuperar el derecho de propiedad de los consumidores y empresas y eliminar el impuesto a los combustibles. Que vayan todos presos, pero que la corrupción no nos tape al socialismo.