El miedo al mercado

No es diferente el miedo al mercado al miedo a la libertad en general, solo que lo ejercen “expertos”. Mauricio Macri definió el problema del cepo en la campaña electoral mejor de lo que hacen sus técnicos en este momento. Simplemente dijo que el cepo era un problema, que había conseguido vaciar las reservas, en lugar de detener el desangramiento producto de la intervención en el mercado intentando bajarlo. El problema consiste en querer “administrar” el tipo de cambio en lugar de dejar que los dueños de las divisas y de las mercancías que se intercambian con ella hagan lo que quieran. A eso le temen, caerán sapos y culebras si “cada uno hace lo que quiere”. No se lo que imaginan, pero parece que el mundo funciona mucho mejor con los sapos y las culebras que con los Kicillof.

El tipo de cambio no tiene que ser ni alto, ni bajo, ni en el medio, ni en ningún lugar que la brujería quiera asignarle. El precio solo es un “cartel” que informa si hay muchos o hay pocos en relación a las actividades que se hacen con ellos, por lo tanto los distribuye del modo más eficiente y le dice al mercado si hay que ponerse a exportar o a importar. Los dueños de hacer tales cosas son los que saben qué es lo que tienen que hacer. Las arcas del banco central se vacían si el gobierno entiende que su misión es manejar el tipo de cambio en busca de no se qué objetivo esotérico. Cualquiera que sea distorsiona las señales indispensables para el comercio exterior.

Macri parecía entender lo evidente: no importa si se tiene inclinación espiritual a administrarlo todo, incluido el precio del dólar, sin reservas la vocación administradora ha muerto. El cepo es la negación de esa realidad ejerciendo violencia sobre los actores económicos, que son los que tienen que conseguir, los que consiguen los dólares.

Lo peor de los técnicos es que, siempre con ese sentido del “deber ser económico” sacado de un manual moral o no se de qué tipo de lista de dogmas, piensan que es lo mismo que haya reservas como producto de la actividad económica que de préstamos al gobierno, es decir el empeño de los joyas de la abuela, si es que la abuela es la única que trabaja en la casa. Eso nada más que para seguir con el deseo de “administrar” las decisiones que tome el mercado.

Se fue la señora y su locura. Las opiniones de los panelistas de los programas pagados con fondos de inteligencia no tienen ninguna importancia. Si el dólar vuela será porque se lo necesita mucho, bendición para los exportadores. Nunca es mala la información económica, el horror es ignorarla.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

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