Mauricio Macri y Sergio Massa compiten por la presidencia. Uno y otro apuestan a obtener una ventaja en primera vuelta electoral que vuelque a los electores del otro en su favor, porque saben que sus votantes tienen como primera prioridad escapar al kirchnerismo que, de subistir, arruinaría toda oportunidad de la Argentina de convertirse en un país civilizado en las próximas décadas.
Macri ahora piensa que tiene todas las de ganar, como podría haberlo pensado hace unos meses Massa, que fue el artífice de sepultar las ilusiones de reelección de la señora Kirchner. Pero esa ventaja, le sirve de poco en realidad, porque entre ambos candidatos, lo quieran o no, lo saben, hay unas PASO. La hay porque su electorado es en octubre en una medida importante el mismo; el voto antikirchnerista que nadie intentó conquistar en los 12 años de calvario de este sistema ultraperonista de gobierno. Si esto es así, la ventaja de Macri puede hacerse valer tanto en agosto como en octubre, no tiene sentido político alguno posponerlo y con eso darle a Scioli la oportunidad de participar en una segunda vuelta. Con mayor razón sabiendo que cualquier circunstancia podría en unos meses invertir la ventaja de Macri sobre Massa o de Scioli sobre ambos.
Las PASO no requieren un acuerdo político ni programático. No hace falta mucho menos llegar a un compromiso de coalición. Solo la decisión de adelantar la competencia para poner en clara desventaja al kirchnerismo. La elección de Scioli es bastante mala de por sí para el país, ha demostrado ser el rey de todos los vicios políticos y estar dispuesto a entregar su dignidad para mantenerse en su cargo, sin que le tiemble un pelo y jactándose como si se tratara de una virtud. Además no le auguro mucha permanencia en el cargo de presidente si los kirchneristas tienen a su delfín en el banco de suplentes.
El kirchnerismo no solo deja un país destruido. El estado está contaminado en pleno. El problema más grave se encuentra en la Justicia, organizada de modo expreso para cometer encubrimiento. El próximo gobierno va a enfrentar serios problemas. Otra de las ventajas de adelantar la competencia entre los opositores es que necesitan minimizar sus roces ahora para poder apoyarse mutuamente después de las elecciones.
El massismo viene del kircnerismo, pero el PRO viene de la tolerancia al kirchnerismo. No se han destacado en su rol de control o de tener sangre en las venas frente a un gobierno que los ha sobrado con su corrupción, sus trampas y sus mentiras. Solo Carrió y alguno más pueden decir que los enfrentaron con decisión. Pero aún ella coqueteó con el kirchnerismo al principio y les dio herramientas fundamentales para llevar a cabo su plan totalitario: el golpe a la Corte, la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, ambas aberraciones constitucionales no se compadecen con la pretenciosa cita de los principios republicanos a la que nos acostumbra. Esto sin desmerecer su papel posterior. Así como Massa quebró para siempre el sueño reeleccionario, Carrió no dejó de denunciarlos con mayor o menor eficacia. También les dio a Ocaña y a Timermann y veneró a Felipe Solá cuando decía que del otro lado de su raya en el piso estaba sólo Macri. La tercer gran ventaja que les otorgó fue regalarles la idea de la asignación universal por hijo, secreto importante de la victoria que obtuvieron en el 2011.
No es para facturar que hago este lista de gruesas faltas sino simplemente para que se deje de usar el puritanismo cívico para evadir el conflicto principal que es la subsistencia de un sistema nacionalsocialista cuyo próximo paso será asociar a la Argentina a todos los regímenes criminales del mundo, incluido el país señalado como responsable del atentado a la AMIA. Ya mataron a un fiscal y lo descalificaron frente a nuestros ojos, imaginemos lo que harán después de usar y deshacerse de Scioli.
Cualquier otra cuestión o diferencia hoy es menor. Los opositores comparten sus malos programas económicos desarrollistas y la mediocridad general de su estatismo. Pero comparten el no tener simpatía por la asociación de la Argentina con Irán, Rusia y los demás gobiernos nacional socialistas de la región.
Está el injustificable problema político de que Carrió podría no tolerar un acuerdo con Massa para competir en las PASO y podría dar un portazo. No tiene justificación porque de lo único que se trata es de competir en agosto en vez de en octubre para permitir a los electores darle un final al kirhcnerismo. Pero aún así esta dificultad puede salvarse. El acuerdo entre Macri, Sanz y Carrió puede transformarse en alguna forma de coalición que no incluya a Massa, de modo tal que ese sector del peronismo no fuera incluido en un posible futuro gobierno de Macri y viceversa y el acuerdo se reduzca a las primarias. De ese modo el electorado tendrá la oportunidad de expresarse contra el gobierno que siempre apostó a dividir a la oposición y Carrió quedaría satisfecha en sus pretensiones de no juntarse con Massa.