18 años
Jose Benegas at 10/27/2003 06:15:00 p.m.
Numerosas notas se dedicaron a celebrar lo que se llamó el aniversario número 20 del retorno a la democracia.
Sin embargo el proceso institucional que se inauguró un 10 de diciembre de 1983, fue interrumpido el 20 de diciembre de 2001.
Lamentamos no poder sumarnos al festejo, pero significaría hacernos cómplices del quebranto institucional producido en esa fecha para la mega devaluación con pesificación asimétrica y confiscación general de depósitos que sufrió la Argentina. Los avances de este gobierno sobre la Corte Suprema y demás transgresiones constitucionales que viene denunciando El Disidente.ar, nos impiden considerar que el orden institucional haya sido reestablecido.
Sin embargo el proceso institucional que se inauguró un 10 de diciembre de 1983, fue interrumpido el 20 de diciembre de 2001.
Lamentamos no poder sumarnos al festejo, pero significaría hacernos cómplices del quebranto institucional producido en esa fecha para la mega devaluación con pesificación asimétrica y confiscación general de depósitos que sufrió la Argentina. Los avances de este gobierno sobre la Corte Suprema y demás transgresiones constitucionales que viene denunciando El Disidente.ar, nos impiden considerar que el orden institucional haya sido reestablecido.
Lo más triste es que el presidente constitucional derrocado va y viene de los Tribunales en una causa en la que ya dijeron “no hay pruebas” –doce años después-. Sus compañeros de partido lo dejaron sólo, festejan los treinta años de retorno a la democracia, aunque con memoria endeble olvidan también que aquel se fue antes de tiempo.
La realidad diaria hace que los temas candentes y escandalosos de otras gestiones parezcan pueriles.
Los protagonistas políticos que estuvieron en el candelero entonces se llamaron a silencio y el que nos dejó esta pesada herencia actuó como si el país, los ciudadanos y el ejecutivo fueran suyos. Sin uniforme pero lo mismo para el caso.
Ahora cada revés del poder viene acompañado de un “correctivo”.
Lo que queda claro es que cualquiera salido de un arroyo parece puede gobernar este país, sin embargo lo que asusta no es el gobierno sino los intereses que lo apuntalan.
Mi Argentina ya no existe.