Fue una epifanía. Su Santidad la recibió y le dio un beso, ella descubrió su humildad y sencillez, virtudes que para nosotros es una gran revelación que ella valore. Después Guillermo Moreno, un católico militante que de humildad conoce un montón y de amor al prójimo ni hablar, hizo los carteles de su propio papa.
Bonafini descubrió que en su paso por la Catedral tuvo un momento de desorientación cuando le dijeron “al fondo a la derecha”, así que se hizo más papista que el papa. De tan convertida se estará postulando para la colecta del domingo.
“Amor, amor, amor, nació de Dios para los dos, nació del alma”, nos dice ahora la exitosa abogada que es su nuevo credo. Y tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para entenderlo, si no ¡ya vamos a ver!
El kirchnerismo no es en serio después de todo. No hacen ningún esfuerzo para esconder lo que son, pero este no es el problema. Connotados kirchneristas frustrados, enfrentados a ellos sólo porque se los dejó afuera o se los incluyó en alguna campaña de difamación, nos cuentan que están contentos. Se creen esto, quieren dialogar y si los invitan a tomar el te, aunque la tetera de porcelana no se ve, se anotan primeros en la lista. Como en el 2009.
Entonces de lo que nos notificamos es de que estamos rodeados de estúpidos y que el hecho de que alguien vaya por todo, quiera destruir a la prensa, haya instalado un sistema para el latrocinio sin límites, persiga a los disidentes, no merece cuestionamientos desde el punto de vista de los principios, tan solo desde los modales. Ella ahora los invita a los actos y entonces festejan el ser perdonados ¡Ellos perdonados por ella!
Es el clima del nuevo papa. Otra sensación, nada que invite a una cosa que se llama conducta moral. No, no, el nuevo papa nos deja en un sopor de “amor, amor, amor” en el que pensar es una pérdida de oportunidad de estar en algún podio.
Es viejo, pero su versión moderna es de bailanta. Se llama gatopardismo, que cambie todo para que nada cambie, plan ejecutado con la sutileza de un barrabrava.
D´Elía dice que gracias a sus amenazas twitteras el papa arrugó y no viene antes de las elecciones. Se habrá reunido todo el colegio cardenalicio para pensar con Francisco qué hacer ante esas sagaces manifestaciones de 140 caracteres y habrán llegado a la conclusión obvia.
Más arriba, pero no mucho (tal vez mucho solo en escalones) piensan igual. Le regalamos amor al papa, pero por ahora, que no se la crea a ver si lo destruimos. Le mostramos los dientes con Garzón, el expulsado juez español que en la Argentina enseña ética, para que tenga clarito que lo estamos perdonando por el almuerzo, que estaba rico, pero si se pone pesado le ponemos a Tognetti en contra y a Fito Paez si es necesario. Somos re piolas, pero todo con amor, amor, amor.
Tengo la impresión de que no importa, porque acá no hay un clima sino una competencia. Un sistema tradicional contra una pandilla callejera. Esa guerra no se libra en la primera semana, ni en el primer mes. Cansen sus caballos, o los perros, que lo mejor está por venir.
Perdón..pero en el comentario hay un dejo de sutileza que se me escapa, en paticular en este párrafo. Por favor Benegas no se enoje conmigo si no lo entendí del todo y se lo digo con total buena fe. Me interesa mucho este clima de "vuelta de panqueque en el aire". o "clima esquizofrenizante de – es pero no es – al mismo tiempo", que se está produciendo en nuestro pais. Hay que tener mucha solidez mental para poder mantenerse parado y erguido sobre los principios que uno profesa.
Y aquí va el árrafo en cuestión, que no entiendo del todo.
"Es el clima del nuevo papa. Otra sensación, nada que invite a una cosa que se llama conducta moral. No, no, el nuevo papa nos deja en un sopor de “amor, amor, amor” en el que pensar es una pérdida de oportunidad de estar en algún podio."
Es la denuncia a la superficialidad de los que se apuran a parecer amiga. Argentinidad!
Gracias José!