Uno de los pocos diputados a admirar es Omar De Marchi del Partido Demócrata de Mendoza. Le pidió hace poco el juicio político a Boudou y también es su momento a Cristina Kirchner por los DNU del Banco Central. Aquí su discurso en el debate sobre la legalización de los curros de Boudou.
Intervención de Omar De Marchi, en la sesión por Expropiación de Ciccone
Sr. De Marchi.- Señor presidente: da la sensación de que lo que hoy estamos debatiendo aquí es la expropiación de una empresa en la Argentina. Si esto fuera todo, no debería generarnos mayor sorpresa, toda vez que este gobierno -como observamos a diario- ha transformado las excepciones en regla. Por ejemplo, para el Poder Ejecutivo las reglas son los decretos de necesidad y urgencia, la violación permanente de los contratos, silenciar por la coerción a los medios de prensa independientes, malgastar la plata de los jubilados, transformar al Banco Central en una oficina del Ministerio de Economía y a su vez haber transformado a este ministerio en la sala de espera de la Secretaría de Comercio, presionar a los jueces para evitar la justicia, apartar a los fiscales para evitar las investigaciones -este tema es evidente testigo de lo que digo-, y finalmente la regla es expropiar empresas para ponerlas al servicio de vaya a saber qué intereses.
O sea que la novedad no es en definitiva que el gobierno venga a la carga por otra empresa, sino que lo novedoso en este caso es que se utiliza una figura de excepción como es la expropiación para esconder delitos.
Por eso decimos que el tema de hoy no es la expropiación de Ciccone. Si tuviéramos que ponerle título a esta sesión, sería algo así como, por ejemplo, “Salvar a Boudou es salvar a la Patria”. Es a cualquier costo, como venga, como sea, y esto sí es lo que verdaderamente sorprende, porque ni siquiera se ocupan ya de cuidar las formas. En otros tiempos, no hace mucho quizás, hubieran al menos guionado este tema, hubieran desarrollado argumentos ante los medios para que aunque sea aparezcan como simulando estar apegados a la ley. Hoy ni siquiera les interesan las formas, los modales ni nada.
Ayer con estupor escuchamos a una señora diputada en la comisión expresar claramente, y con toda frescura, que no querían dar explicaciones y tampoco querían que las dé el vicepresidente, porque “esta ley ya está aprobada”.
Esto desnuda indudablemente la estrategia del gobierno: terminar con el tema Boudou, a cualquier costo, como sea, porque sin duda cualquier costo en estas condiciones siempre será menor a presenciar el vergonzante proceso judicial de un vicepresidente sospechado de corrupción. Esa es la lógica.
En otros años, queridos amigos -y está muy bien el que amigo Kunkel esté atento escuchando- se cometían muchos delitos y hasta se mataba gente en nombre de causas pretendidamente revolucionarias, se secuestraba gente para que con los fondos de un rescate, aunque impuro por supuesto, se sostuvieran los esfuerzos económicos de una lucha clandestina imaginada por sus jefes como luchas épicas, libertadoras e impregnadas, desde luego, de valores e ideales que, por supuesto, no comparto ni justifico ni pretendo tampoco hacer apología del delito, pero hay que destacar que al menos la finalidad de esos delitos desprendía un perfume de trascendencia para quienes los ejecutaban. Muchos de los aquí presentes eran clandestinos en esos tiempos. Había pasión y odio, había compañeros y cipayos, había patria y había colonia.
Hoy se delinque ya no desde la clandestinidad, se delinque desde las más altas esferas del poder y no por fines épicos y trascendentes. Se delinque para comprar departamentos en Puerto Madero, para comprar poderosas motos y pasearse impunemente por todos lados, para ostentar favores hechos a los amigos. ¿Qué nos quiere hacer creer? ¿Hoy pretenden convencernos de que Ciccone es patria? ¿Que Boudou es la bandera nacional y popular como símbolo de la lucha contra el imperio?
Ya está bueno, ya es bastante, ya es mucho. ¿Hasta dónde piensan llegar? No se olviden de que las construcciones levantadas sobre barro caen rápidamente. Creo que lo que el señor vicepresidente tiene que hacer es honrar la institución que él preside, frente a tanto respeto que se pide. Debe someterse sin dobleces a la Justicia. ¿Por qué la evade?
¿Se puede creer acaso que Boudou no tiene nada que ver con Ciccone? Pido que levanten la mano quienes creen que Boudou es inocente. Bien, Kunkel, usted sí que es un soldado obsecuente y obediente, el único. ¡Qué solo que está Boudou!
Están tirando demasiado de la cuerda. No crean que la impunidad que otorga el fugaz paso por el Poder Ejecutivo es permanente. Tarde o temprano estos hechos van a ser juzgados.
El poder puede convencer a algunos periodistas para que hablen de otra cosa o edulcoren la realidad, a cambio de unos pocos pesos. El poder puede convencer a muchos gobernadores para que aun a costa de traicionar a su pueblo se someten al discurso único a cambio de una “partidita”, aunque sea para poder pagar sueldos.
El poder puede convencer a muchos sindicatos para que aun traicionando a sus trabajadores simulen que todo está bien y exijan aumentos del Indec y no los del supermercado. El poder también puede convencer a muchos de ustedes para que voten en un sentido u otro, pero de lo que sí estoy absolutamente seguro es que el poder jamás podrá convencer a sus propias conciencias.
Detrás de esta cerrada defensa que ustedes hoy están ejerciendo no hay épica, no hay gloria, no hay trascendencia. Sólo están escondiendo a un pobre hombre que ha utilizado su cargo para enriquecerse, tan chiquito como eso, es el pequeño objetivo que ustedes están defendiendo aquí.
Marcos Aguinis escribió en una columna para uno de los pocos diarios independientes que aún quedan en la Argentina lo siguiente: “Asombra que tan poca gente -primero él y ahora sólo ella- haya conseguido armar una tan poderosa legión de autómatas. Es patético ver cómo gente grande aplaude y sonríe ante el mínimo gesto de la presidenta mientras actúa por cadena nacional.”
Por último, a esta altura les pido que no se ocupen de contestarme; más bien quisiera que ocuparan ese tiempo en decirnos claramente -no se escondan en el anonimato de las acciones- de quién es Ciccone, de quién es la Compañía de Valores Sudamericana, quién es The Old Found, quién es Tierras International Investments, quién es Vandenbroele y, finalmente, contesten, si es que pueden, quién es Amado Boudou. (Aplausos y ovación)
Sr. Presidente (Domínguez).- Orden por favor.