Humanos torcidos por un mundo mucho mejor

Aunque se manifiesten a piedrazos y lanzando bombas Molotov el lenguaje oficial sigue llamando a los grupos que “escrachan” organismos de derechos humanos. Siempre se ha dicho que pese a los crímenes militares en la lucha contra las organizaciones armadas de la única década que importa, la reacción había sido siempre ir a la Justicia, nunca la violencia. Bueno, casi nunca. A la Justicia van, pero como quién va a La Haya, a que les den la razón.

En este caso se trata del comisario Rodolfo González Conti, de cuya historia no se nada. Lo cierto es que las organizaciones defensoras de la paz y el amor quieren castigarlo. Y quieren que los jueces tengan claro que deben castigarlo. Los derechos humanos en la Argentina son sólo una política represiva.

Alguien podría preguntarse qué pasaría si don González Conti fuera inocente de los crímenes que se le imputan ¿Inocente? le contestaríamos: Esa categoría no está incluída en el manual de los derechos humanos, faltaba más.

Por supuesto, la agencia Telam acompaña. El Estado Argentino es campeón de los derechos humanos, cómo no iba a estar inclinado a bendecir los escraches, que son un modo tan lindo de realizar el sueño de la paz y el amor. Por eso titulan que hubo “incidentes entre” policía e “Hijos”. De las bombas molotov y las piedras nos olvidamos, de que unos son delegados nuestros para mantener el orden y evitar daño a derechos o personas nos olvidamos también. Es un problema entre ellos. Eso si, si la policía responde al problema entre ellos, se lo contamos a Garzón.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

3 comments

  1. Esa orwelliana “neolengua” ha calado muy profundamente en las nuevas generaciones.
    Mi hijo mayor -que pese a todo, me escucha- utiliza el lenguaje impuesto por los medios de prensa: “militantes”, “organizaciones de derechos humanos”, “represión policial”. La subcultura del rock hace lo propio, y la universidad, otro tanto.
    Todo esto se parece demasiado al año 1973, con la única diferencia de que cayó el comunismo soviético, que pese a sus horrores parecía a muchos un modelo exitoso, y bancaba los “movimientos de liberación”.

  2. Sine metu: no niego que muchos eran terroristas. El lenguaje era ese, y los llamaban “movimientos de liberación”. No es que simpatice, ni que ande con eufemismos, pero no todos eran terroristas, aunque muchos tenían una fuerte afinidad con el terrorismo.
    No sé tu edad, pero yo he vivido la experiencia de tener conocidos asesinados por la guerrilla, y desaparecidos que no me parecían terroristas.
    Probablemente en toda guerra haya víctimas inocentes (por ejemplo, en el bombardeo de Dresden), y lamentarse por ellas no significa estar a favor del nazismo, ni siquiera en el supuesto (que no me consta) de que fueran inevitables.

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