En su columna de ayer en el Miami Herald Andrés Oppenheimer destaca la aparente obsesión por el pasado en Latinoamérica, pero particularmente en la Argentina. Cuando la vida de los muertos ocupa más lugar que la propia, algo muy perverso está ocurriendo. Pero no creo en realidad que sea una fascinación por el pasado lo que nos mantiene discutiendo hoy con mayor pasión que en su momento los hechos pretéritos, inclusive tratados con mayor entusiasmo por satélites de aquellos episodios que por propios protagonismos. Es algo más concreto.
El nuestro es un pasado redivivo pero estatizado. De no ser por la enorme cantidad de recursos que el estado argentino utilizó para “indemnizar” a mucha gente que debería en realidad haber indemnizado al país por haberlo bañado en sangre, ni estaríamos hablando de aquello, ni tendríamos una ultra izquierda tan rica y monotemática. No creo tampoco que a ninguno de los protagonistas de los desmanes del 17 de octubre les interese Perón, apenas sabrán algunos quién fue. Es el mantenerse cerca de los puestos públicos donde está la plata lo que los impulsa a mentir una devoción trucha.
Es el futuro de personas en particular el que nos mantiene detenidos y la vocación permanente del estado argentino de mantener abiertas las fuentes de enriquecimiento de quienes lo parasitan. De todo el pasado posible de recordar, los únicos que están presentes siempre son los hechos redituables.
Cuando un ser humano o una sociedad no tienen metas, por ende proyectos…se hunden en el pasado. Se transforma entonces en la “estatua de sal” bìblica, la mujer de Lot mirando la devastaciòn pasada y llorando por ella hasta convertirse en algo muerto, disecado. Sociedad tanguera, llorona, fracasada (no toda pero en su mayorìa, creo), que piensa que el Destino le jugò una mala pasada històrica…atada a un sino tràgico que otros le provocaron. Arquetipos fracasados como el gaucho Martin Fierro o màs negativos como el Chè, son los preferidos. En lugar de proyectadores del futuro como Sarmiento ò Alberdi. Y èste HDP que votaron un 22% y que hoy prefiere una mayorìa, es un retrògrado de raza. A hamacarse.
Che, que ultraizquierda tan rica hay acá? Altamira y su 1%? Los cuatro gatos locos del PTS y el MAS? El Pollo Sobrero????
En serio, si por ultra izquierda hablamos de movimientos revolucionarios, no existen. Y si por ultra izquierda hablamos de Kirchner… la verdad que le estamos pifiando leeeeeeeeeeejos.
Ni Altamira, ni Castells. Verbitsky y los que recibieron miles de millones en “indemnizaciones”. Nuestros recuerdos, son recuerdos pagos. El post es claro al respecto.