Dificil la tarea del embajador del kirchnerismo en Washington don Héctor Timerman en estos días. Tiene que explicar el comportamiento de su facción ahora que en Estados Unidos se enteraron la naturaleza del gobierno argentino como consecuencia de la rebelión del campo.
En Estados Unidos están sorprendidos. Se ve que la embajada que tienen ellos acá mucho no informa. Si Ambito Financiero en sus charlas de Quincho mencionaba que en un encuentro de liberales en Rosario con asistencia de figuras internacionales se evitó criticar al gobierno mientras los lúmpenes oficiales actuaban y en cambio se evadía la cuestión refiriéndose a todo tipo de populismos en la región, cómo vamos a pretender que los asesores de los candidatos norteamericanos no se sorprendan al enterarse de que el kirchnerismo tiene fuerzas de choque y grupos parapoliciales que lo colocan en las tipologías definidas de terrorismo de estado.
Lo más difícil que le toca a don Timerman es utilizar la técnica de justificar cualquier cosa que es propia de su facción y entonces decirles que D’Elía actuó de manera correcta. Lo peor es que algo que deberían entender por ahí es que no es el piquetero el problema. En Estados Unidos está lleno de patoteros. Bandas urbanas que amedrentan a los indefensos son moneda corriente. Lo que pasa ahí es que no hay gobiernos que las usen y den cargos a sus miembros para que hagan lo mismo al servicio del poder. Un argumento le regalo a nuestro embajador “muchachos, no jodan más con D’Elía, el problema somos tipos como yo”.