La señora de paja

La falacia del hombre de paja es la preferida de la señora que se está despidiendo, con ese afán que tiene de humillar, que vaya uno a saber de dónde vendrá. Consiste en llevar la posición de sus oponentes a términos absurdos que le permitan refutarla y además despreciarla.
En ese ejercicio ratifica en su cabecita que es una “genia”, pero por supuesto necesita rodearse de un público alquilado que le festeje sus estupideces. El espectáculo es sombrío, pero está tan habilitado por la consideración pública y el silencio que corre pocos riesgos de enterarse de hasta que punto hace el ridículo.
Antes de ayer inauguró unos vagones, con los que trata de seguir en línea con el delirio de un país con tren bala, cuando su sistema económico consiste en la descapitalización de la infraestructura establecida en los noventa que tanto odia y su resultado son personas muertas que ella desprecia. En ese acto contó que fue a buscar la tapa de Clarín del día en que los ferrocarriles cerraban, a ver qué les encontraba. Su argumento es los trenes estaban mal por el mercado, cuando llegó el estado fueron una maravilla. Lo que prueba lo primero es que Menem era malo, lo que no tiene que demostrar a su vez porque sus interlocutores lo asumen. Lo segundo se comprueba con esos vagones comprados, de los que no informó el precio, que van a circular por las mismas vías obsoletas en las que descarrilan todos los días ¿Los muertos de Once? Pues ni figuran en su relato.
Pero la falacia del hombre de paja vino con la “demostración” de que los que hablan de inseguridad hablan pavadas, según ella. En Clarín encontró que se había abatido a un criminal que había matado a un guardia cárcel. Entonces llegó a su conclusión: ¿vieron que los hechos criminales no empezaron hace dos años?
Es decir, la gente que se está quejando porque la matan para quitarle al auto o la cartera en realidad esta sosteniendo que la inseguridad empezó hace dos años (ellos están hace once) y ella es tan piola que encontró la prueba de que no es así, hurgando en la tapa de Clarín. Como ella todos los concurrentes festejaron el hallazgo que demostraba la idiotez de todos menos ellos.
La misma falacia utiliza cuando habla, siguiendo al zaffaronismo penal, de una supuesta argumentación que usan los que se quejan que no es tal. Es más, es una argumentación del propio oficialismo. Esto es que los delincuentes son los pobres. Nos dicen que la inseguridad es la venganza por la pobreza, la venganza privada que ellos habilitan mientras se quejan de linchamientos. Pero la señora utiliza una argumentación tonta que le pertenece a ella, para ponerla en boca de quienes no quieren ser asesinados, les atribuye odiar a los pobres y entonces sale ella su millonario collar a espetarles un clasismo que los demás nunca han esgrimido. Lo mismo hacen los supuestos eruditos académicos que pasearon por la televisión en tiempos de linchamientos. Según ellos todo el que quiera parar a los criminales, odia a los jóvenes pobres y para esa tontería tienen la respuesta.
Entre tanta paja, el espectáculo de la locura sin refutación es el peor de lo síntomas a futuro.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

2 comments

  1. La señora argumenta sobre una verdad impresa que ella y su cónyuge luego intentaron destruir. Más allá de la chabacanería constipada, creo que el punto acá es que no interesa nada. No interesa lo que diga, no diga o subrepticiamente intente decir. Nunca interesó. Por otro lado, soy un verdadero creyente de su patología mental Hace años que algunos sostenemos su decaimiento psiquiátrico y aún así, la señora dirige y dignifica. Yo no confiaría en ningún lider de estado sometido a terapias de litio, clonazepam y flores de Bach a pesar de una tiroidectomía. El asunto acá es no otra cosa que asistir impertérritos a la expectación que genera un líder en esa situación. No va ya por los cientos de miles de millones de euros que supieron robar o los cuantos cientos de muertos que supieron generar; va por la patología asquerosa de un país que por derecho propio, en el verdadero contexto mundial, debería haber desaparecido por las incongruencias y malmanejos perpetrados. Esta mujer carga con la muerte, la desidia, el choreo y la ignominia. Y bien que no patologizaba el chorear. Era bien bicha para chorear, así que su enfermedad psiquiátrica actual no vale más que para la atenuación de su pena o la reclusión. El culto a la pelotudez. Esta mujer es Tinelli, Legrand y no mucho más. Eso nos pasó y nos pasa. Así que hay que apuntarnos el dedo a nosotros mismos, entre todos. Sería partidario del "que se jodan los pelotudos que la votaron", pero dentro de ese marasmo, entro yo, que no la voté, porque la sufro. Y bien digo con suerte que sigo vivo a pesar de esta maniática esquizoide. Quisiera, señores, que alguna vez los principios bien versados por otras luminarias (no ésta, que apenas si terminó el secundario y morirá empastillada), guíen a los argentinos. Nos guíen como sociedad. Y si no hay un lider, qué importa. Que sea el que quiera. No importará si asumimos de una vez nuestra propia condición de ciudadanos del mundo e intentamos DEJAR DE ROBAR, AGRUPARNOS y HACER VALER LOS PRINCIPIOS QUE NOS FORJARON, QUE RADICAN EN LA LIBERTAD. Con suerte, veremos otra cosa en los años próximos, aunque lo dudo. Basta de pathos, basta de "constuir poder". El poder a nada lleva, más que a la muerte más deleznable. Y sí, voy a festejar el día que esta mujer se muera, que se mueran sus hijos, sus amigos, y todos los cínicos que representan el cáncer en el que vivimos.

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