Manzana podrida en la Corte de Cristina

Un juez de la Corte no puede ser dueño de prostíbulos. Un juez de la Corte que alquila departamentos para prostíbulos sea porque adora el negocio o porque fue engañado como un pelotudo por la inmobiliaria, por desidia, por imbécil o por casualidad, debe dejar su cargo. Eso está claro para cualquier ser racional en cualquier lugar del mundo cualquiera sea su edad, salvo en el país malsano de sátrapas y tibios que nos deja el kirchnerismo como última etapa de la degradación nacional.

No tengo nada contra los prostíbulos ni contra proveedores ni contra clientes, es un negocio mucho más honesto que el de la política desde el momento en que no se sustenta con impuestos sino en convenios privados. Pero o se es empresario de la prostitución (o un incauto al que todos lo engañan), o se es juez de la Corte Suprema. Nada hay que argumentar acá, salvo para el señor Hermes Binner  que cree que a Zaffaroni lo alcanza una aureola especial por su condición de izquierdista, y una tal asociación de abogados de derecho penal que manifiestan sin vergüenza la falta total de responsabilidad del juez por ser una persona genial, es decir por un fuero personal que lo alcanza y lo hace libre de todo pecado. Ninguna prostituta esgrime una falacia de ese calibre. Ya no se les puede pedir otra cosa a los protagonistas de esta Argentina más que sean dignos de aparecer en el rubro 59.

Por cierto las apariciones públicas de Zaffaroni para explicar, sin explicar, su situación en los programas kirchneristas de Víctor Hugo Morales y en Radio Nacional no hacen más que demostrar que tiene cosas para esconder y que requiere para su defensa del aparato propagandístico nazi del oficialismo.

En este país (si, no digo “mi país”, lo desconozco) todo se pudre mientras las mayorías y la mayor parte de las minorías miran, no entienden, no hablan jamás claro, dejan todo en la indefinición y se dejan convencer por las estupideces más inverosímiles.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

4 comments

  1. Es increíble: cuando creemos que nada puede superar lo que sucede con nuestros funcionarios, siempre hay uno que se manda una peor. Se esfuerzan, imaginate lo que NO se descubrió todavía.

  2. Nuestra capacidad de asombro,estoy segura,no podrá ser superada en el tiempo! Bién dice Ud.”en este país”,no existe lo que en el nuestro ,eran valores insoslayables del buén vivir:la vergüenza,la dignidad y la ética.A todo esto,ese Sr.? quién debiera ser un alto representante de esos valores a los que aludo,dice sentirse asombrado que la gente lo crea capaz de haber cometido un “ilícito” como del que en esta operación política pre electoral lo acusa.(Pobre hombre:otra víctima de la incomprensión y tal vez de la prensa maldita que también osa meterse con las diosas del pañuelo blanco !)
    Querido amigo:en el país maravilloso de Kristina,todo vale,todo puede ser y generalmente todo dá asco.

  3. Hola Jose

    Fijate que no estamos viendo en este tema la parte impositiva,el Sr.Zaffaronia
    pago el 3 porciento de ingresos brutos?y la instrumentacion con factura de los montos de mas de 1500 pesos?solo esto es para iniciarle el juicio politico!abrazo
    willoman

  4. Satrapas y tibios que nos deja el Kirchnerismo?
    Estoy escuchandolo, la palabra “tibio” (del pasado religioso? oí bien?) se utiliza habitualmente para referirse a aquellos que no tienen reacción ante determinados sucesos.
    Pero es una cita del Apocalipsis (del mundo, no del argentino)
    y se refiere a algo trascendente como lo divino.
    En la Argentina no hay tibios, el ámbiente está gélido (meterologico
    y humano)la supuesta falta de reacción es por la absoluta la falta
    de valores, que es justamente con lo que todo esto se sostiene.

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