La pobreza populista sigue intacta

A Néstor Kirchner le importa un comino que lo sorprendan criticando algo que él mismo hace y tal vez ni siquiera haga aquel que es objeto de su crítica. Es su actividad diaria, su actitud ante la vida y su llave para conservar la impunidad. Lo normal es que la gente no acepte que todo sea mentira y él se maneja con el “miente miente que algo quedará”.

La Nación le señala algunas de las cosas que decía don Néstor de los “planes sociales”.

El ex presidente dijo otras cosas más explícitas:

Quieren que todos seamos jefas y jefes de familia para tenernos marcados, para hacernos votar lo que ellos quieren y perpetuarse en el poder… Tenemos que volver a reconstruir el trabajo, porque es la única garantía de dignidad, y la forma de superar estos planes sociales que nos condenan a la miseria“.

Néstor Kirchner
Presidente de la Nación
27.7.2002

No hay novedad en el frente. Esta frase la vengo citando desde el 2003, cuando Majul viajaba como invitado casi exclusivo en el avión presidencial con acceso sólo para grandes chupamedias.

Y ¿de quién hablaba mister K? Pues de su antecesor y futuro padrino Don Eduardo Duhalde, que también ha dicho sus cositas al respecto.

“La historia del clientelismo es la historia de los hijos de puta… Siempre dije que el que mancilla la dignidad humana porque tiene una ayuda del gobierno es un hijo de puta”

Eduardo Duhalde
Ex presidente de la Nación

¿Mienten? Ya lo sabemos. Ahora falta dar el paso siguiente que es saber que los sinvergüenzas son la consecuencia y no la causa de estos problemas. El origen está en el estado de malestar creado por la idea del estado de bienestar. En esta segunda etapa no se necesitan “eficientistas centristas” sino gente que tenga en claro el problema del poder y su relación con el individuo y la vida privada.

Si el propio diario La Nación entendiera esto, no hubiera sido parte de un engaño enorme del que nadie habla como la famosa campaña contra “el hambre más urgente”.

Sobre esta cuestión escribí en Julio del 2003. Estamos igual.

Los derechos mas urgentes
Por Jose Benegas

A veces lo que sorprende en la Argentina es la falta de sorpresa ante algunos acontecimientos. Así pasa por ejemplo con el discurso presidencial respecto de la ley sancionada con el propósito de combatir “el hambre más urgente”, ahora reinaugurada (¿?) en un discurso emocional y desafiante.

El presidente Kirchner se quejó de no haber oído a “esos sectores del establishment y las empresas privatizadas” hablar de “el hambre más urgente o de la tremenda pobreza que tienen muchos argentinos” y de que reclamen en vez un plan económico que fije un rumbo y establezca reglas de juego. Pero no tuvo respuesta.

La Argentina parece a veces esa mujer golpeada de un viejo aviso de campaña política. Nadie le dice al poder, que mientras los políticos hablan y sancionan leyes voluntaristas, la actividad privada produce. Y que de las reglas de juego y la seguridad que el Estado pueda proporcionar para que se multipliquen las transacciones privadas, depende que comamos todos los argentinos; hasta los que se dedican a la política.

Unas ocho décadas de práctica del nirvana del Estado de Bienestar, con la mitad del presupuesto dedicada a combatir desde el Estado las necesidades acuciantes de buena parte de la población ¿y todavía estamos en remediar la parte más urgente del hambre? Al menos es bastante curioso que se endilgue a los empresarios no haber hecho nada contra el hambre, cuando son las empresas las que producen la riqueza, hasta para que los políticos la repartan demagógicamente. Varias generaciones de argentinos fueron educadas en la creencia de que el Estado es quién debe amparar a los menos agraciados, para que al final de todo ese proceso sea el Estado quien pregunte retóricamente a las empresas qué es lo que han hecho ellas con la pobreza. Acá hay algo que no cierra.

Mientras el Estado malgasta recursos, se comporta arbitrariamente y no cumple de manera satisfactoria ni una de las misiones que la Constitución le asigna, las empresas y todos los que colaboran con ellas, luchan denodadamente contra la pobreza, sobreviven al terrorismo jurídico oficial, a los altos impuestos y a los criminales amparados por una infantil visión revolucionaria del delito que prevalece entre los vagos de comité. Los discursos no dan trabajo, las inversiones si.

No fueron las empresas privadas las que hicieron crecer el nivel de gasto público a cifras inmanejables, ni quienes produjeron el default, ni el corralito, ni el corralón, ni los patacones y la hiperdevaluación. Ninguna otra entidad hizo tanto para aumentar el hambre en la Argentina como el Estado.

La iniciativa llamada de manera pretenciosa del “hambre más urgente” elaborada por Horacio Rodriguez Larreta y otros ciudadanos y que ahora el oficialismo hace suya, constituyó una gran burla a la buena fe de dos millones de personas que prestaron su firma para que se convirtiera en ley. Todo indica que tampoco logró solucionar lo más urgente del hambre en el año que lleva de sancionada.

Aún así, también hubo empresas detrás de la promoción de la llamada “ley del hambre más urgente”, y de los programas mediáticos que la fomentaron derramando lágrimas de cocodrilo. Convencidas estas empresas de estar haciendo una buena obra o creyendo pagar así una especie de impuesto a la culpa inmerecida o como una forma de “contraprestación” para no ser atacadas por los enemigos de la libre empresa (pago que como se ve no sirvió de mucho), estas empresas fueron las únicas que pusieron algo propio en el proyecto.

La ley fue algo así como un intento absurdo de prohibir el hambre que las políticas (y no la actividad privada) de los últimos años provocaron. No incluyó una colecta, ni un aporte de trabajo personal. Solo un acto de poder, expresado en una ley salida del Congreso.

Claro que el Estado podría hacer cosas para combatir la pobreza. Sobre todo podría bajar impuestos de manera drástica y respetar y hacer respetar los derechos de propiedad para que la economía crezca. Ni siquiera necesitaría enseñar a pescar. Bastaría con que no prohibiera la pesca o dejara de hacerla imposible con impuestos. Pero la sensibilidad de los políticos nunca va en ese camino, porque ahí su poder se reduce a casi nada; es decir, a lo que la Constitución manda.

Un año después de la ley que prometía milagros sigue acuciando el hambre y la pobreza a un número muy alto de argentinos. ¿Cuántos sueldos han pagado “el establishment y sectores de las empresas privatizadas” en el ínterin? ¿cuántos insumos han adquirido? ¿cuántos servicios han prestado? ¿cuántos impuestos han pagado?

Pero la falta de reacción y de respuesta de la sociedad a este tipo de discurso es lo que más alarma, porque entonces el problema no es ya un Estado que esquilma al país, sino el reemplazo del sistema de valores basado en el trabajo, el ahorro y la inversión, por el de la demagogia, la envidia y el despilfarro. Y una sociedad con esos valores sólo produce desencantos y miseria.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

13 comments

  1. …”Pero la falta de reacción y de respuesta de la sociedad a este tipo de discurso es lo que más alarma”…

    Sin duda es el origen de todos èstos años de desastres, de ilegalidad enrostrada hasta la desvergûenza absoluta, dirìa mojàndonos la oreja.

    Esta sociedad no entiende los mecanismos, simplemente reacciona cuando el terremoto se presenta, o un segundo antes del iceberg.

    La mentira estatal montada en la ignorancia y la indolencia son infalibles desde hace 60 años.

  2. Lo que termina habilitando este estado de cosas

    (que en mayor o menor medida se da en las mejores democracias republicanas)

    es el reconocimiento del poder monopólico y compulsivo del estado.

    Los monopolios compulsivos fatalmente terminan degradando sus prestaciones y reclamando cada vez mas recursos para proveerlas,

    en el límite, esto termina en nada a cambio de todo.

    Y si los liberales reflexionan seriamente sobre esto,

    debieran revisar su idea de creer en la posibilidad de un estado limitado, tal como lo sostiene Hoppe.

  3. Ese designio fatal de los monopolios compulsivos,

    (exclusivamente estatales, o bajo su protección)

    de degradar sus prestaciones y apropiarse cada vez de mas recursos para proveerlas,

    es nada mas y nada menos que una cuestión de incentivos para actuar de determinada manera.

    Y para los que creen que estos desvíos se corrigen en las democracias con la opción del voto,

    les digo que para eso hace falta una cultura política y capacidad de discernimiento que, por ahora aquí, no se advierte.

  4. Josue de Castro es autor de una obra famosa en la materia: El libro negro del hambre. En uno de sus pàrrafos centrales, donde pretende encontrar la raìz de este flagelo, dice: “cuando se observa el mapa mundial del hambre se comprueba que las grandes manchas negras se localizan en las regiones que viven, o vivían hasta hace muy poco, bajo un régimen de explotación colonial: regiones subdesarrolladas de Asia, África, y América latina”
    Pero no ahonda en las causas del subdesarrollo de estas regiones y deja instalada la idea de que el hambre existe por causa de la explotaciòn a que son sometidas muchas poblaciones humanas.
    En nuestro caso, siguiendo a de Castro, deberìamos afirmar que esa explotaciòn fue obra del propio estado que ejecutò polìticas que irremediablemente condenaron al hambre, al atraso y al subdesarrollo a vastas regiones del paìs.
    Mientras el estado crea que el problema se soluciona con voluntarismo jamàs podremos resolverlo.

    1. Algunos ejemplos para testear la teoría de “el colonialismo causante de hambrunas”:

      Nueva Zelanda: alguna vez colonia británica, hoy país próspero y pujante gracias al neoliberalismo saqueador y hambreador.

      Cabe mencionar este, entre muchos otros ejemplos, empezando por el más conspicuo: Hong Kong.

      Haber sido colonia no es un dato relevante: EEUU lo fue, y Corea del Norte también (hablando de hambrunas).

  5. El clientelismo explota hábilmente dos debilidades del alma humana, que muchas veces ya residen en las personas y otras veces son estimuladas por el discurso y la acción de los demagogos: la indolencia y la envidia.

  6. Si todo sigue “igual” yo veo un colapso que será tipo viernes negro, al mentir todo el tiempo va a llegar un momento en que la cosa explotará no va a sonar ninguna alarma. Con los indicadores del indek averiados, desocupación, inflación, creciMIENTO, y el dibujo de los números del ministerio de DESeconomía, el final será abrupto, mucho más abrupto que 2001 donde el que estaba en la cosa más o menos informado, estaba esperando el final comiendo pochoclos. Acá todos sabemos que nos podemos pegar el palo entre 2009 y 2011, pero nadie sabe muy bien cuando porque está todo dibujado, que no nos agarren durmiendo la siesta.

    1. es verdad, al estar todo este decorado de carton, no sabemos cuando resistira, pero ya nadie confia en que el estado volvera a sacar dinero de nuestros bolsillos en forma violenta.

      lo peor es que todos estamos en este barco, a mi se me van a humedecer los pochoclos =(

    2. Lo que dice Christian es para tener muy en cuenta,

      pero aún considerando el decorado optimista que nos pinta el gobierno, a veces produce actos fallidos que emiten señales de alarma para quienes las saben interpretar.

      La última compra de bonos Venezuela debe entenderse como un acto desesperado para obtener recursos.

  7. Coincido con Jose en cuanto a que lo más grave es la falta de reacción por parte de la socieadad. No solo por que e sun fiel reflejo de la moral del chapulin que nos han intentado imponer 70 años de estatismo (que alguien venga a salvarme) sino que lo que mas asusta es que han tenido exito, han lobotomizado y dejado sin reacción y sin emoción a millones de personas que financian las extravagancias del poder no solo sin chistar sino en el convecimiento de estar haciendo lo correcto cuando pagan los impuestos a los que son sometidos….y todo en nombre de una nueva cruzada “etica” por una nueva cultura tributaria….el día que la gente se desepierte y se ANIME a denunciar publicamente la moral impsotada que los inmorales, ladrones y saqueadores le han impuesto al resto de la sociedad (y que ellos no cuplen ya que los fondos obtenidos no son para combatir el hambre sino para financiar bizarros e injustifcados niveles de vida)…y digo que se animen por que lo que mas le afecta a los predicadores de la estatolatria no es que la gente no “crea” en los postulados de esta excecrable y apestosa religión en la que el Dios Estado ocupa el lugar preponderante, o que intente evadir sus “mandatos” sino que lo que mas les preocupa es que la masa se atreva a denunciarlo y la mas critica de “infieles” haga colapsar todo el sistema de creencias sobre el cual se han construido y corporizado estas entelequias con el unico proposito de despersonalizar la relación entre los gobernatnes y los ciudadanos, de manera tal que los primeros nunca sean considerados responsables de las verdaderas calamidades que producen….

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