Sin sentido ambiental II

En 1918 no existían los ecologistas y los chantas en general se dedicaban a las adivinanzas. La gente se limitó a asombrarse por el espectáculo de ver a Buenos Aires con nieve, a nadie le pagaban para ser alarmista, ni los diarios de la época se dedicaban a alimentar las fantasías de ciencia ficción. Ya apareció el enfriamiento del calentamiento. Y como el calentamiento se enfrió ya se descubrió que en realidad el calentamiento hubiera sido bueno pero no fue más que un invento de los Estados Unidos, que era hasta ayer el culpable de calentarnos.

Si el planeta se calienta es culpa de Estados Unidos. Si se enfría también. Y si no pasa nada es por que el capitalismo ha paralizado las variaciones del clima. La teocracia era más previsible.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

15 comments

  1. Esa caterva de bolubufos que se vio en la tele hablando gansadas con la nevada, mojados hasta la manija y saltando como monos …vota..???

  2. Insisto..hablar de cambio climatico es una tautologia…

    La teocracia era mas previsible y mas razonable que el pseudocientifisicimo por que no tenia pretenciones de explicar lo que no podia explicar…simplemente le adjudicaba las situaciones que no entendia al capricho de los dioses

  3. Dado que el planeta Marte también se está calentando, podemos inferir que (a) o bien el sol está generando el incremento de temperatura en todas partes, o bien (b) las sondas exploradoras propulsadas a gas oil de los imperialistas norteamericanos están contaminando también ese planeta y creando un efecto invernadero.
    La explicación científica a elegir se determinará por la aplicación del prinicipio de (a) la “navaja de Occam” (“entia non sunt multiplicanda al pedum etc.”) o bien (b) la “navaja de la Mona Chita” que es la que aplican comúnmente los monos con navaja.

  4. Las temperaturas promedio viene 4 grados abajo respecto del invierno anteior, pero el verano pasado se registró un fenómeno similar en donde las temperaturas fueron en promedio 1.1º menos que el verano 2005-2006.
    En San Juan nevó sobre la ciudad por primera vez en 31 años, y en las zonas cordilleranas la temperatura llegó a -40ºC casi -10ºC menos de los promedios.
    Las temperaturas promedio de la década de 90 fueron más bajas que las décadas de los 40. Para medir un cambio climático se deben tomar periodos muy largos como 10, 50 o 100 años.

  5. Son modas. Primero el enfriamiento global. Después el agujero de ozono (ese fue un clásico en los 90s, ¿recuerdan?). Luego el calentamiento global. Y finalmente el cambio climático, que se ajusta a cualquier fenómeno, de frío o calor, siempre tienen razón.
    Es cuestión de fe.

  6. ES LA ECONOMIA,,,estupidos !!!!!
    ( como diria algun filosofo reciente ,,,)
    Seguir discutiendo si hay o no calentamiento global y cuales serian sus causas, nos aleja del fondo de la cuestion,,,
    Esta claro que los residuos que la actividad humana vuelca en su entorno no son buenos,,,porque afectan la salud,,,porque son antiesteticos,,,y porque son ECONOMICAMENTE INCORRECTOS.
    Un residuo es el resultado de una mala utilizacion de los insumos y la energia,,,,resultado de una tecnologia ineficiente
    que solo se corregira cuando exista un incentivo economico para
    esa correccion,,,mientras sigan cantando, manifestando y echandole la culpa al IMPERIO,,,,nada pasara,,,,cuando empiecen a bajar los impuestos para aquellas producciones que prueben su eficiencia bajando sus residuos y manteniendose en el mercado ,,,,,el problema tendera asistoticamente a desaparecer,,
    Mientras tanto sigamos cultivando sandias,,,verdes por fuera, rojas por dentro ,,la New Frontier del totalitarismo.

  7. El Efecto Invernadero
    1
    CAPITULO 1
    EL CAMBIO
    CLIMÁTICO
    ¿Calentamiento Global
    o
    Próxima Glaciación?
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    2
    El Efecto Invernadero
    3
    A Quién Debemos Creer?
    No hay ningún otro tema en las ciencias
    ambientales que haya acaparado tanto la
    atención de la gente, y que haya provocado
    tantos temores y angustias como la
    afirmación que la Tierra se está calentando,
    y que esto tendría consecuencias catastróficas.
    Algunos científicos están de
    acuerdo con la teoría del «Calentamiento
    Global» y algunos otros no. ¿A quién hay
    que creer?
    Para ser justos, aún si el profetizado calentamiento
    fuese a ocurrir, nadie puede
    esperar que esto suceda de un día para el
    otro, o sin ocurrencias de grandes fríos de
    vez en cuando. Dado que la climatología
    se maneja con lo que se llama “escala
    geológica” (es decir períodos de tiempo de
    cientos de miles – o millones – de años),
    mediciones realizadas en cortos períodos
    de unos dos, cinco o diez años, no marcan
    ninguna tendencia en ningún sentido. Las
    variaciones que ocurren dentro de tan cortos
    períodos se consideran «variaciones
    naturales, o “ruido estadístico”.
    La cobertura de gases de la Tierra constituye
    su Invernadero natural. Si esta
    cobertura no existiese, las temperaturas
    durante el día subirían por encima de los
    98o C y las nocturnas bajarían a menos de
    -172o C. La temperatura media sería de
    -25o C. Como la temperatura media de la
    Tierra es de 15o C, se calcula que el efecto
    invernadero que nos proporciona la atmósfera
    equivale a 34o C.
    El famoso investigador Sherwood Idso,
    del Servicio de Investigación del Departamento
    de Agricultura de los EEUU y profesor
    del Depto. de Botánica y Geografía
    de la Universidad de Arizona, tiene una
    muy razonable teoría basada en estos 34o
    C del invernadero natural de la Tierra,
    elaborada después de muchos y fructíferos
    años de investigación.
    Idso investigó una propiedad de la atmósfera
    que se llama «emisividad», que es
    una medida de lo próximo que están sus
    propiedades como absorbedor y radiador
    de energía a las del más eficaz radiador
    posible, el llamado cuerpo negro. Un cuerpo
    negro perfecto absorbe toda la energía
    radiante que recibe. Por lo tanto, la Tierra
    está actuando casi con la eficiencia de un
    «cuerpo negro» dado que absorbe el 90%
    de la energía recibida desde el Sol.
    En cualquiera de los casos imaginables,
    la atmósfera de la Tierra jamás podría ser
    tan eficaz como un cuerpo negro y, al actuar
    ahora con una eficacia del 90% del
    cuerpo negro en el infrarrojo, ha producido
    un efecto invernadero global de 34o C. Ese
    10% que falta, dice Idso, no podría producir
    más un 10% extra de efecto invernadero,
    es decir, no más que un ulterior aumento
    de temperatura media global de 3,4o C.
    Sin embargo, es imposible que la Tierra
    actúe como un cuerpo negro perfecto por la
    simple razón que este cuerpo negro no puede
    existir. Es sólo un ejercicio intelectual
    de los científicos. Por otra parte, los largos
    estudios de Idso le hacen afirmar que una
    duplicación del CO2 en la atmósfera sólo
    provocaría un aumento de la temperatura
    de apenas 0,34o C. Miles de científicos están
    de acuerdo.
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    4
    Un Poco de CO2
    Analicemos brevemente un aspecto del
    aumento del CO2 en la atmósfera que es
    ignorado con muchísima frecuencia: su
    impacto sobre la biosfera. El CO2 tiene un
    rol esencial ya que, al revés que los demás
    gases emitidos por la quema de combustibles
    fósiles, no es un gas contaminante
    con efectos potencialmente perniciosos
    para la biosfera, sino que se trata de un
    gas esencial y altamente beneficioso para
    el desarrollo de la vida animal y vegetal
    en nuestro planeta Tierra.
    En consecuencia, cuando el hombre
    emite CO2 a la atmósfera no la está dañando,
    sino más bien beneficiándola. Existen
    numerosos estudios que han evaluado el
    posible impacto que un aumento del bióxido
    de carbono tendría sobre una gran
    variedad de plantas, tanto silvestres como
    cultivadas.
    Las conclusiones generalizadas son
    abrumadoramente positivas y se pueden
    resumir así: «Mayores niveles de CO2 provocan
    aumento en la fotosíntesis, peso de
    las plantas, cantidad de ramas, hojas y
    frutos, tamaño de estos últimos, tolerancia
    de las plantas a la contaminación atmosférica
    y un marcado aumento de la
    eficiencia en el uso del agua».
    Por último, los estudios de Maier-Reimer
    y Hasselmann (Climate Dynamics,
    1987) demuestran que, a mayor temperatura,
    mayor es el crecimiento de las plantas
    – dentro de los rangos de temperatura
    observados en nuestro planeta. Esto es
    totalmente cierto para las temperaturas
    tropicales, y refleja parcialmente el hecho
    que la variedad de especies en la biosfera
    aumenta a medida que aumentan la temperatura
    y la humedad.
    Los Modelos por Computadora
    La Verdad sea dicha de una vez, toda la
    alarma y miedo que se les ha echado encima
    a la pobre gente están basados en
    las «profecías» que salen de poderosas
    computadoras que corren programas llamados
    MCG (o Modelos de Circulación
    General). Para dejar las cosas bien en claro,
    no importa cuán perfectos sean estos
    programas, siguen siendo solamente modelos,
    es decir, una aproximación incompleta
    de la multitud de procesos físicos,
    químicos y aún biológicos que ocurren en
    la Tierra, y están muy lejos aún de incluir
    a todos los procesos que son importantes
    para el clima. Primero, existe una infinidad
    de procesos naturales aún desconocidos
    y que no están incorporados a estos
    modelos, por lo que sus resultados carecen
    de todo valor científico.
    Los científicos han estado tratando desde
    fines del siglo 19 de comprender el complicado
    comportamiento de los fluidos que
    se conoce como turbulencia. Se trata de
    un proceso caótico que no puede ser simulado
    por ningún programa computado por
    la simple razón de que los científicos no
    saben como funciona. Cuando un fluido es
    turbulento (casi todos lo son), no se puede
    predecir teóricamente la manera en que
    se comportará, y tampoco se pueden medir
    experimentalmente las condiciones en
    el fluido de manera de poder saber qué está
    sucediendo.
    Los experimentos están dificultados por
    el hecho de que un fluido turbulento está
    activo en escalas más pequeñas que el tamaño
    de los más pequeños instrumentos
    de medición. En consecuencia, las medidas
    mismas no son de las variables reales sino
    de alguna clase de promedio, no especificado,
    dependiente del instrumento, en sólo
    algunas partes pequeñas del fluido analizado.
    Es fundamental para poder comprender
    la seriedad de todas las afirmaciones
    que se hacen en el tema del cambio climático,
    darse cuenta que el clima no puede
    ser modelado de la manera tan perfecta
    que permita predecir el tiempo que hará
    la semana que viene – para no hablar de
    100 años en el futuro! Los resultados que
    producen los modelos computarizados son
    realmente profecías. La razón básica es
    que no sabemos lo suficiente sobre cómo
    funciona el clima.
    El Efecto Invernadero
    5
    Los modelos creados para simular el
    funcionamiento de la atmósfera son del
    tipo de modelo tridimensional o MCG. Pa–
    ra que tenga usted una somera idea de la
    precisión y fiabilidad que pueden tener
    estos modelos computarizados, veamos
    cómo se diseñan.
    Estos modelos dividen al mundo en dos
    hemisferios y toman en cuenta solamente
    al Hemisferio Norte – el Sur no existe
    para los climatólogos. Luego dividen al
    mundo en una cuadrícula cuyos cuadrados
    tienen 450 km de lado. Cada uno de estos
    cuadrados tiene encima una columna de
    aire de 50 kilómetros de altura donde se
    deberían reproducir miles de reacciones
    químicas y físicas, todas ellas turbulentas.
    Cada una de estas reacciones debe repre–
    sentarse por una ecuación que contiene
    constantes y variables, que nadie sabe
    cómo medir ni determinar con exactitud.
    Lo difícil es determinar el valor de es–
    tas variables y constantes. Como no se
    pueden medir por ser turbulentas, los cien–
    tíficos esquivan el problema y comienzan
    con un valor a «ojo de buen cubero» y lue–
    go lo van modificando de acuerdo a los re–
    sultados. Si los obtenidos no parecen con–
    firmar la hipótesis de que la temperatura
    aumentará, se siguen modificando las va–
    riables hasta que se obtiene el resultado
    que confirma la hipótesis a priori de que
    el calentamiento será grave.
    Sin embargo, la cuadrícula de 450 km
    de lado es demasiada grande y los valores
    dentro de cada una de ellas es diferente al
    de las cuadrículas vecinas. De acuerdo a
    esto, mientras en uno de los cuadrados llue–
    ve torrencialmente, en el cuadrado vecino
    hay una sequía espantosa; en otro se de–
    rriten de calor y en el siguiente se conge–
    lan a muerte. La precisión o «fineza» de
    este análisis y simulación de la Tierra es
    demasiado grosera como para ser conside–
    rado con alguna seriedad.
    Los MCG, aún los más perfeccionados
    y costosos de «correr», están muy, pero
    muy lejos de ser representaciones adecuadas
    de la realidad: la radiación solar se
    introduce como un valor fijo, y corresponde
    ya sea al verano o bien al invierno. Los
    MCG no pueden calcular los efectos de las
    variaciones estacionales y los científicos no
    se han puesto de acuerdo sobre el efecto de
    la nubosidad en el clima: ¿Ayuda a calen–
    tar a la atmósfera al impedir que la radia–
    ción escape al espacio, o en realidad enfría
    al planeta al impedir que los rayos solares
    lleguen hasta la superficie del mismo?
    Imaginen el resultado de una ecuación
    con una variable que puede tener valor
    negativo para unos, o positivo para otros.
    ¿A quién creerle?
    Pero lo peor de todo es que ninguno de
    los modelos usados hasta ahora toma ade–
    cuadamente en cuenta a los océanos. Y
    algo más: ni las corrientes de El Niño o La
    Niña son consideradas algo que valga la
    pena introducir como dato. Cuando se pien–
    sa que los océanos cubren un 73% de la
    superficie del planeta, y este 73% está
    ausente en los cálculos, hay algo en los
    MCG que no puede andar bien. Sin em–
    bargo, el Sr. James Hansen, cuando habló
    ante el Congreso de los Estados Unidos
    para afirmar que el Calentamiento Global
    se había iniciado, lo hacía basándose úni–
    camente en los resultados de sus modelos
    computarizados. En una realidad virtual.
    Una fantasía.
    El Nivel de CO2 en la Atmósfera
    El Panel Intergubernamental del Cambio
    Climático (IPCC, por sus siglas en inglés)
    ha publicado varios Informes sobre el es–
    tado del clima, predicciones y recomenda–
    ciones para los gobiernos y quienes hacen
    las políticas que determinan si uno será
    más rico, más pobre, más sano o más en–
    fermo, más feliz o más desgraciado.
    En la elaboración de sus informes téc–
    nicos han tomado parte varios miles de
    científicos de todas partes del mundo, que
    han contribuido con sus observaciones y
    estudios que proveen datos que serán usa–
    dos por los modelos computarizados del
    clima para saber de donde venimos y ha–
    cia dónde nos dirigimos.
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    6
    Pero el asunto no es tan sencillo. Las co–
    sas se complican cuando uno recuerda que
    los promedios de las temperaturas no son
    la realidad sino una estadística, y los pro–
    medios estadísticos se pueden obtener de
    muchas maneras diferentes, y según el
    método de obtención de promedios que se
    usa, el resultado puede ser negativo o po–
    sitivo – usando exactamente los mismos
    datos.
    ¿Difícil de creer? Lo es cuando se des–
    conocen los detalles. Veamos un simple
    ejemplo de obtención de temperaturas,
    como nos lo demuestran Chris Essex y
    Ross McKitrick, en su libro Taken by
    Storm, de 2002 (1). Los científicos de la
    NASA y de su GISS (Goddard Institute of
    Space Studies) nos llenan de gráficos de
    promedios de temperaturas, diarias, se–
    manales, mensuales, anuales, seculares y,
    por supuesto, todas “globales”. Lo que es
    notable es la precisión con la que estos tipos
    de la NASA son capaces de medir algo que
    no existe.
    Gráfico o no gráfico, no hay tal cosa como
    “una temperatura global”. Esta es una
    estadística global de la temperatura, pero
    no es “una temperatura”. El mundo no es–
    tá en un equilibrio termodinámico, de ma–
    nera que no existe una sola temperatura
    para discutir. Lo que medimos está atado
    a lugares a través de equilibrios termodi–
    námicos locales. No tiene un sentido glo–
    bal, y una estadística ciertamente no es–
    tablece si el mundo está más caliente o
    más frío que hacen 10, 100 o 1.000 años
    atrás. No hay ninguna manera científica
    de mostrar tal cosa ¿Cuál es la diferencia
    entre temperatura y estadística?
    Con cualquier cosa que es medida nu–
    méricamente podemos, si así queremos,
    tomar una muestra de las observaciones,
    sumarlas y calcular cualquier tipo de pro–
    medio. Eso es hacer simplemente estadís–
    1. Christopher Essex y Ross McKitrick, 2002,
    “Taken by Storm”, Key Porter Books, Ltd,
    Toronto, Canadá.
    ticas. Pero algunas veces la cosa que se
    mide sólo significa algo localmente y pier–
    de su significado cuando se suma o se hace
    un promedio. Si tomamos el número de
    teléfono de todos nuestros amigos en el
    club de golf, por ejemplo, los sumamos y
    computamos su promedio. Ahora, si dis–
    camos este número, ¿nos contestará el
    amigo promedio?
    Por supuesto que no. Los números de telé–
    fono sólo significan algo individualmente,
    cuando están ligados a una sola línea.
    Súmelos a todos y al instante pierden su
    sentido. El número de teléfono “promedio”
    es un absurdo sin sentido. De la misma
    manera, “la temperatura promedio” tam–
    poco tiene sentido. Numéricamente, se
    pueden sumar un montón de temperatu–
    ras y sacar algún promedio, pero no tiene
    ninguna interpretación física. La tempe–
    ratura sólo significa algo de manera local,
    porque las condiciones termodinámicas
    varían de punto a punto.
    Essex y McKitrick nos describen la ma–
    nera en que un profesor de física muestra
    a sus alumnos la manera de obtener los
    promedios de temperatura del aula, y la
    variación que habrá cuando llegue la pri–
    mavera. Ha tomado cuatro temperaturas
    de diversos lugares del aula, cerca de la
    puerta, de la ventana, en su escritorio, y
    al fondo de la clase. Las temperaturas me–
    didas fueron: 17º, 19.9º, 20,3º, y 22,6º C,
    respectivamente.
    Supongamos ahora que dejamos los ter–
    mómetros donde están hasta la próxima
    primavera. Entonces abrimos la ventana
    y una cálida y agradable brisa ingresa al
    aula, mezclándose con el aire. Los cuatro
    termómetros leen 20º C. ¿Se ha calentado
    la habitación? La mitad de los alumnos cal–
    culan la media de las temperaturas usando
    la suma lineal dividida en cuatro. El resto
    hace lo mismo, pero usan la regla de la
    energía cinética: suman los cuadrados de
    las temperaturas, dividen en cuatro, luego
    sacan la raíz cuadrada. ¿Qué obtuvieron?
    La mitad de los alumnos que usó el mé–
    todo de la suma lineal obtuvo +0,05º C, de
    El Efecto Invernadero
    7
    manera que la habitación se ha calentado
    durante la primavera. Pero los que usaron
    la media de los cuadrados, obtuvieron un
    valor de –0,05º C para el cálculo, de ma–
    nera que la habitación es más fría en la
    primavera. –
    Si no se tiene una razón física para ele–
    gir un promedio sobre el otro, entonces se
    están haciendo simples suposiciones. “Ca–
    lentamiento” o “enfriamiento” de la habi–
    tación depende de la fórmula para obtener
    el promedio y no de las reales mediciones.
    Pero los promedios no son físicamente sig–
    nificativos. Son apenas dos estadísticas
    diferentes, y lo mismo se aplica para las
    temperaturas de la Tierra, ya sean locales
    o globales.
    La Computadora Encantada
    Nos dicen Essex y McKitrick que quizás
    una Hada Madrina toque alguna cosa con
    su varita mágica y la convierta en la Com–
    putadora Encantada, que podrá resolver
    todas las incertezas y desconocimientos
    que hay sobre el clima, sin importar si las
    variables y constantes que se usen son las
    verdaderas. En realidad, lo que los clima–
    tólogos del IPCC han estado haciendo des–
    de hace muchos años, es exactamente eso:
    han usado una Computadora Encantada
    que ha producido Resultados Mágicos.
    Partiendo de desconocimientos, incertezas
    y datos controvertidos, han reproducido lo
    que ellos llaman el promedio de las tem–
    peraturas globales, y han determinado el
    comportamiento que tendrá el clima en
    los próximos 20, 50 y 100 años. Pero a
    pesar de todo, los meteorólogos le siguen
    errando al pronóstico del tiempo cuando
    van más allá de tres días.
    Dicen que Bert Bolin, por entonces ca–
    beza del IPCC, bailaba de gozo el día que
    le presentaron la edición de la revista Na–
    ture donde aparecía el artículo de Mann,
    Bradley y Hughes sobre la reconstrucción
    de las temperaturas del último milenio,
    “probando” que las temperaturas del Siglo
    20 eran las más altas de los últimos mil
    años, y que los niveles de dióxido de car–
    bono de la atmósfera habían aumentado
    pasmosamente desde el inicio de la llama–
    da Revolución Industrial.
    La alegría de Bolin no era para menos.
    El artículo de Mann et al, traía un gráfico
    a colores que mostraba una “curva” de
    temperatura desde el año 1000, que desc–
    endía de manera suave y gradual hasta
    alrededor del 1860, y luego daba un salto
    muy pronunciado en todo el Siglo 20, to–
    mando la forma que se parecía a un palo
    de hockey sobre hielo. Ese gráfico se cono–
    ce desde entonces como El Palo de Hockey,
    y junto con la afirmación de Mann et al
    sobre los bajos niveles de CO2 históricos
    antes del inicio desbocado de las activida–
    des industriales del hombre, se convirtió
    en la piedra angular de la teoría del calen–
    tamiento global provocado por el hombre.
    Para “reconstruir” las temperaturas,
    Mann había usado lo que se conoce como
    “proxys”, o estudios del grosor de los ani–
    llos de árboles, crecimiento de corales, y
    otras cosas, que permitirían hacer compa–
    raciones con mediciones actuales e inferir
    las temperaturas de hace cien, quinientos,
    mil años o más. También se usaron los aná–
    lisis de los cilindros de hielo extraídos de
    perforaciones hechas en las capas de hielo
    de glaciares en Groenlandia, la Antártida,
    Europa, el Himalaya, etc, para determinar
    la concentración de dióxido de carbono en
    las burbujas del aire atrapado en el hielo
    hace miles de años. ¿Son confiables estas
    mediciones? Vistos algunos resultados y
    después de mucha discusión, el análisis
    de los cilindros de hielo está siendo muy
    cuestionado.
    El CO2 en las Burbujas de
    Hielos Profundos
    El Dr. Zbigniew Jaworowski es un cientí–
    fico multidisciplinario – médico, biólogo,
    físico y químico – que se desempeña como
    Presidente del Consejo Científico del Labo–
    ratorio Central de Protección Radiológica
    (LCPR) en Varsovia, Polonia, una institu–
    ción del gobierno involucrada en estudios
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    8
    ambientales. El LCPR tiene una relación
    de “Enlace Especial” con el Consejo Naci–
    onal de Protección Radiológica de los Es–
    tados Unidos, (NCRP). Durante diez años,
    LCPR cooperó estrechamente con la Agen–
    cia de Protección del Ambiente (EPA), en
    la investigación sobre la influencia de la
    industria y las explosiones nucleares en la
    polución del ambiente global y la población.
    Jaworowski ha publicado unos 280 ar–
    tículos de estudios científicos, entre ellos
    unos 20 sobre los problemas del clima.
    Además es el representante de Polonia en
    el Comité Científico sobre los Efectos de
    las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR), y
    entre 1980–1982 fue el presidente de este
    comité. Durante los últimos 40 años estu–
    vo involucrado en estudios de glaciares,
    usando nieve y hielo como matriz para la
    reconstrucción de la historia de la polución
    causada por el hombre en la atmósfera
    global. Una parte de esos estudios estaba
    relacionada con asuntos del clima. Los re–
    gistros de CO2 han sido ampliamente usados
    como prueba de que, debido a las activida–
    des del hombre, el actual nivel de CO2 at–
    mosférico es un 25% más alto que en el
    período preindustrial. Estos registros se
    convirtieron en los parámetros básicos de
    los modelos del ciclo global del carbono y
    una piedra angular de la hipótesis del ca–
    lentamiento global causado por el hombre.
    En marzo de 2004, Zbigniew Jaworowski
    presentó una declaración al Comité de Co–
    mercio, Ciencia y Transporte, del Senado
    de los Estados Unidos sobre el tema de los
    niveles de CO2 en la atmósfera pre y post
    industrial, en un informe titulado: Cam–
    bio Climático: Información Incorrecta en
    el CO2 pre-industrial, en donde afirma que
    estos registros, sin embargo, no represen–
    tan la realidad de la atmósfera.
    Dado que se trata de un documento pú–
    blico, reproduciré aquí su contenido porque
    es de importancia fundamental para probar
    que el Palo de Hockey, la pretensión de que
    el Siglo 20 fue el más caliente del milenio,
    y que el calentamiento global será catas–
    trófico, carecen de toda base científica y
    tienen que ser descartados de plano en
    toda discusión relacionada con el clima de
    la Tierra.
    Declaración del Dr. Zbigniew
    Jaworowski
    Para estudiar la historia de la polución industrial
    de la atmósfera global, entre 1972 y 1980, orga–
    nicé 11 expediciones a glaciares, que midieron
    contaminantes naturales y causados por el hom–
    bre, en precipitaciones contemporáneas y anti–
    guas, preservadas en 17 glaciares en el Ártico,
    Antártida, Alaska, Noruega, los Alpes, el Hima–
    laya, las Montañas Ruwenzori de Uganda, los
    Andes Peruanos, y las Montañas Tatra de Polo–
    nia.
    También medí los cambios de largo plazo del
    polvo en la troposfera y la estratosfera, y el con–
    tenido de plomo en los humanos que vivieron en
    Europa y otros lugares durante los últimos 5000
    años. En 1968 publiqué el primer estudio sobre
    contenido de plomo en el hielo de glaciares [1].
    Más tarde demostré que en el período preindus–
    trial el flujo total de plomo a la atmósfera global
    era más alto que en el siglo 20, que el contenido
    atmosférico de plomo está dominado por fuentes
    naturales, y que el nivel de plomo en los huma–
    nos durante las épocas Medievales era de 10 a
    100 veces más alto que en el siglo 20.
    En los años 90 estaba trabajando en el Insti–
    tuto Noruego de Investigación Polar en Oslo, y
    en el Instituto Nacional de Investigación Polar
    de Japón, en Tokio. En este período estudié los
    efectos del cambio de clima en las regiones po–
    lares, y la confiabilidad de los estudios en glacia–
    res para la estimación de la concentración de
    CO2 en la atmósfera del pasado antiguo.
    Falso Bajo Nivel de CO2 pre-
    Industrial en la Atmósfera
    Las determinaciones del CO2 en cilindros de
    hielo polar se usan comúnmente para estimar
    los niveles del CO2 de las épocas preindustria–
    les. El profundo estudio de estas mediciones
    me convenció de que los estudios glaciológicos
    no son capaces de proveer una confiable recons–
    trucción de las concentraciones de CO2 de la
    antigua atmósfera. Esto se debe a que los cilin–
    dros de hielo no satisfacen cabalmente los crite–
    rios esenciales de los sistemas cerrados. Uno
    de esos criterios exige que haya ausencia de
    agua líquida en el hielo, que puede cambiar
    El Efecto Invernadero
    9
    dramáticamente la composición química de las
    burbujas de aire atrapadas entre los cristales
    de hielo. Este criterio no se cumple, dado que
    hasta el hielo más frío de la Antártica (hasta –
    73º C) contiene agua líquida (2).
    Más de 20 procesos físico-químicos, en su
    mayoría relacionados con la presencia de agua
    líquida, contribuyen a la alteración de la compo–
    sición química original de las inclusiones de
    aire en el hielo polar.
    Uno de estos procesos es la formación de
    hidratos gaseosos, o “clathrates”. En el hielo
    profundo fuertemente comprimido todas las bur–
    bujas de aire desaparecen, dado que bajo la
    influencia de la presión los gases se transfor–
    man en clathrates sólidos, que son pequeños
    cristales formados por la interacción del gas con
    moléculas de agua. Las perforaciones descom–
    primen a los cilindros de hielo extraídos del hie–
    lo profundo, y contamina a los cilindros con el
    fluido de perforación con que se llena al aguje–
    ro perforado. La descompresión conduce a
    densas fracturas horizontales en los cilindros,
    por un bien conocido proceso de formación de
    capas (o “sheeting”).
    Luego de la descompresión de los cilindros
    de hielo, los clathrates sólidos se descomponen
    en una forma gaseosa, explotando en el proce–
    so como si fuesen granadas microscópicas. En
    el hielo libre de burbujas las explosiones forman
    nuevas cavidades de gas y nuevas fracturas (4)
    A través de estas fracturas, y en fisuras for–
    madas durante el “sheeting”, una parte del gas
    se escapa primero hacia el fluido de perforación
    que llena el agujero, y una vez en la superficie
    hacia el aire atmosférico. Gases particulares,
    CO2, O2, v N2, atrapados en el profundo hielo
    congelado, comienzan a formar clathrates, y
    abandonan las burbujas de aire a diferentes
    presiones y profundidades. A temperatura del
    hielo de -15º C la presión de disociación del N2
    es de unos 100 bars, para el O2 es de 75 bars,
    y para el CO2 es de 5 bars.
    Figura 1A: Concentración de CO2 en las burbujas de aire de hielo
    pre-industrial extraido en Siple, Antártida (cuadrados blancos) y de
    la atmósfera de Monte Mauna Loa, Hawaii 1958-1986 (línea sólida):
    (a) Datos originales de Siple sin suponer una edad 83 años más
    joven para el aire que la edad del hielo que lo encierra.
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    10
    Figura 1B: Los mismos datos después de la “corrección” arbitraria de la edad
    del aire. (Neftel et al., 1985; Friedli et al., 1986, y IPCC, 1990)
    La formación de los clathrates del CO2 comienza
    en las capas de hielo a unos 200 metros de pro–
    fundidad, y los del O2 y N2 a 600 y 1000 metros,
    respectivamente. Esto conduce al agotamiento
    del CO2 en el gas atrapado en las capas de hielo.
    Por ello es que los registros de las concentracio–
    nes de CO2 en las inclusiones de gas del hielo
    polar profundo muestran valores más bajos que
    los de la atmósfera contemporánea, aún para
    las épocas cuando la temperatura global de la
    superficie era más alta que la de hoy.
    La información de los cilindros de hielo de
    baja profundidad, como los de Siple, Antártida,
    (5, 6), es usada ampliamente, especialmente por
    el IPCC, como prueba del aumento del CO2 at–
    mosférico causado por el hombre. Esta informa–
    ción muestra una clara correlación inversa entre
    las decrecientes concentraciones de CO2 y la
    presión de carga que aumenta con la profundidad.
    (Figura 1A).
    El problema con la información de Siple (y
    con otros hielos de baja profundidad) es que la
    concentración de CO2 hallada en el hielo preindustrial
    a una profundidad de 68 metros (por
    encima de la profundidad de formación de los
    clathrates) era “demasiado alta”. Este hielo fue
    depositado en 1890 y los niveles de CO2 eran
    de 328 ppmv, no de 290 ppmv como era nece–
    sario para demostrar la hipótesis del calenta–
    miento global causado por los humanos. Los
    niveles de 328 ppmv fueron medidos en Mauna
    Loa, Hawaii en 1973 (8), es decir, 83 años des–
    pués de que el hielo fuese depositado en Siple.
    Una suposición ad hoc, no apoyada por nin–
    guna evidencia fáctica (3, 9), resolvió el problema:
    se decretó arbitrariamente que la edad prome–
    dio del hielo fuese de exactamente 83 años más
    joven que la del hielo en la que estaba atra–
    pado. La información “corregida” del hielo fue
    entonces alineada con el registro de Mauna Loa
    (Figura 1B), y reproducida en innumerables pu–
    blicaciones como la famosa “curva Siple”. Sólo
    13 años más tarde, en 1993, los glaciólogos in–
    tentaron probar experimentalmente la “suposi–
    ción del hielo” (19), pero fracasaron. (9)
    La noción de los bajos niveles preindustriales
    de CO2, basada en un conocimiento tan pobre,
    se convirtió en un Cáliz Sagrado muy aceptado
    para los modelos del calentamiento del clima.
    Los modeladores ignoraron la evidencia de las
    mediciones directas de CO2 en el aire que indi–
    caban que en el Siglo 19 la concentración pro–
    medio era de 335 ppmv (11) (Figura 2). En la
    Figura 2 los valores encerrados dentro de círcu–
    los muestran una selección prejuiciada de la in–
    formación, usada para demostrar que en el
    Siglo 19 la concentración promedio del CO2 era
    de 292 ppmv (12)
    Un estudio de la frecuencia de estomas en las
    hojas fósiles depositadas en el fondo de lagos
    en Dinamarca durante el Holoceno, muestra que
    hace 9400 años el nivel del CO2 atmosférico era
    de 333 ppm, y hace 9600 años era de 348 ppm,
    desvirtúa el concepto de que las concentraciones
    de CO2 eran bajas y estables hasta el arribo de
    la revolución industrial. (13).
    El Efecto Invernadero
    11
    Figura 2: Los valores medios de las mediciones de CO2 atmosférico de hielos
    de Europa, Norte América y Perú, entre 1800 y 1955. Los valores entre 1860 y
    1900 encerrados por círculos, fueron seleccionados arbitrariamente por
    Callendar (12) para estimar en 292 ppmv la concentración media del CO2 del
    Siglo19. Slocum (19), demostró que, sin esa selección arbitraria de datos, la
    media del Siglo 19 sería de 335 ppmv. Rediseñado a partir de la referencia (3)
    La manipulación indecorosa de la información y el
    rechazo arbitrario de lecturas que no se ajustan
    a la idea preconcebida del calentamiento provo–
    cado por el hombre, es común en muchos estu–
    dios glaciológicos sobre los gases de invernadero.
    En publicaciones con “peer review” yo expu–
    se este mal uso de la ciencia (3, 9). Desafortuna–
    damente, ese mal uso no está limitado a publi–
    caciones individuales, sino que también aparece
    en documentos de organizaciones nacionales e
    internacionales.
    Por ejemplo, el IPCC no sólo basó sus infor–
    mes en una “Curva Siple” falsificada, pero en su
    Informe 2001 (14) usó como buque insignia al
    “palo de hockey” de la temperatura, tratando de
    mostrar que no hubo un Calentamiento Medie–
    val, como tampoco una Pequeña Edad de Hielo,
    y que el Siglo 20 fue excepcionalmente cálido.
    La curva fue crédulamente aceptada a partir del
    artículo de Mann et al., publicado en la revista
    Nature en 1998 (15).
    En una crítica demoledora, dos grupos inde–
    pendientes de científicos de otras disciplinas
    fuera de la climatología, (16, 17) (es decir, no apo–
    yados por el pozo de miles de millones de dóla–
    res “climáticos”), culparon de manera convincen–
    te al estudio de Mann et al., de manipulación
    indecorosa y rechazo arbitrario de datos.
    Surge ahora la cuestión de ¿Cómo un estudio
    con metodología tan pobre, que contradecía
    cientos de otros excelentes estudios que demos–
    traban la existencia del alcance global del Calen–
    tamiento Medieval y de la Pequeña Edad de
    Hielo, pudo pasar con éxito el proceso de peer
    review para NATURE? ¿Y cómo pudo pasar el
    proceso de revisión de los pares del IPCC? La
    aparente debilidad del IPCC y su falta de impar–
    cialidad fue diagnosticada y criticada a principios
    de los años 90 en los editoriales de Nature (18,
    19). La enfermedad parece ser persistente.
    Conclusión
    La base para la mayor parte de las conclusiones
    del IPCC sobre las causas antropogénicas y de
    las proyecciones del cambio climático es la supo–
    sición del bajo nivel de CO2 en la atmósfera preindustrial.
    Esta suposición, basada en estudios
    glaciológicos, es falsa. Por consiguiente, las
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    12
    proyecciones del IPCC no deberían ser usadas
    para el planeamiento nacional o internacional de
    las economías. El climáticamente ineficiente y
    económicamente desastroso Protocolo de Kioto,
    basado en las proyecciones del IPCC, fue correc–
    tamente definido por el Presidente George W.
    Bush como “fatalmente defectuoso”. Esta
    crítica fue seguida recientemente por el Presi–
    dente Vladimir Putin. Espero que sus visiones
    racionales puedan salvar al mundo del inmenso
    daño que podría inducirse por la implementación
    de las recomendaciones basadas en ciencia
    distorsionada.
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    Nature, 1994. 371: p. 269.
    19. Maddox, J., Making global warming public
    property. Nature, 1991. 349: p. 189.
    La Próxima Glaciación
    Durante los últimos 800.000 años el clima
    de la Tierra ha pasado por 8 ciclos bien di–
    ferenciados de 100.000 años cada uno, más
    o menos. Estos ciclos están gobernados
    por los períodos de excentricidad, inclina–
    ción y precesión de la órbita del planeta.
    En cada uno de los ciclos pasados, el perí–
    odo de crecimiento de los hielos terminó
    con un derretimiento general, seguido por
    un período de más o menos 10.000 años –
    conocido como período interglacial – donde
    prevalece un clima relativamente más cá–
    lido en las previamente cubiertas de hielo
    latitudes boreales. La inercia térmica de
    los océanos es tan descomunal que las gla–
    ciaciones han sido de menor extensión,
    aquí en el lejano Hemisferio Sur.
    El actual período interglacial ya ha du–
    rado más de 10.000 años en promedio. Po–
    demos sospechar que un nuevo período de
    avance de los hielos – una nueva era gla–
    cial – está por comenzar en cualquier mo–
    mento. Ya sea que tome unos pocos miles
    o unos cientos de años en manifestarse, o
    que el proceso ya haya comenzado es difí–
    cil de precisar.
    De algo sí podemos estar seguros: La
    histeria actual sobre el calentamiento
    global – con las apocalípticas profecías de
    derretimiento de los casquetes polares,
    inundación de las zonas costeras y deserti–
    El Efecto Invernadero
    13
    ficación de las tierras fértiles – no está ayu–
    dando para nada a que la gente comprenda
    cuáles son las reales y complejas fuerzas
    que dan forma al clima terrestre.
    Entonces, demos una breve y rápida
    ojeada a la historia de los ciclos del clima
    de la Tierra, que ha sido compilada duran–
    te cientos de años por una ciencia multi–
    disciplinaria llamada Paleoclimatología.
    Los períodos de 100.000 años no son
    una pendiente descendente continua de
    temperatura y glaciación sino que están
    modulados por ciclos de aproximadamente
    20.000 años, consistentes en 10.000 años
    de enfriamiento y avance de los hielos,
    seguidos por 10.000 años de calentamiento
    y retroceso de los glaciares.
    Sin embargo, estas subidas y bajadas
    más cortas tienden a ser cada vez más
    frías a medida que avanza el ciclo mayor
    de 100.000 años. El clímax glacial de la
    última glaciación de 100.000 años ocurrió
    hace 18.000 años, en tiempos en que las
    sociedades humanas estaban ya bien asen–
    tadas en la Tierra.
    ¿Dónde Estamos Ahora?
    Actualmente nos encontramos pasados del
    esperado punto final de un período Inter–
    glacial que comenzó hace más de 10.000
    años. Estamos ahora en un punto en el
    calendario paleoclimático donde se espera
    el inicio de un nuevo período glacial de
    100.000 años, que muy bien puede haber
    comenzado ya. ¿Una pequeña muestra de
    ello podría ser el frío invierno del Hemis–
    ferio Norte de 1997? ¿O del invierno del
    99?¿O el fresco verano del 99 en el Hemis–
    ferio Sur? ¿O los gélidos inviernos de 2000,
    2003 y 2004?
    El clima global se ha estado enfriando
    durante los últimos 6.000 a 8.000 años y es
    ahora casi 1 grado Fahrenheit más frío que
    durante el tiempo del «óptimo climático
    post-glacial». Se puede citar como eviden–
    cia el avance de la cubierta de hielo de
    Groenlandia o el movimiento hacia el Sur
    de la línea de heladas del sudeste de los
    Estados Unidos (el límite del cultivo de
    citrus, ahora apenas llega un poco al norte
    de Orlando, hace 40 años estaba por Jacksonville,
    unos 160 kilómetros más al norte),
    sugiere que el enfriamiento está iniciado.
    Uno de los axiomas de la climatología dice
    que: “Un cambio de clima sería un cambio
    permanente de un parámetro climático de
    un período de 30 años – o un promedio de
    cierto número de dichos períodos – a otro
    período de 30 años, en donde el cambio es
    de suficiente magnitud como para ser
    caracterizado de tal”.
    Esta magnitud depende la variabilidad
    natural del parámetro. En consecuencia,
    si hay una serie de estaciones o años mu–
    cho más cortos que 30 años, en donde el
    clima es más frío o más caliente, más seco
    o más lluvioso que el promedio de 30 años,
    no se habla aún de cambio climático sino
    de fluctuaciones climáticas de corto plazo.
    Por ello, la ocurrencia de una serie de muy
    fríos inviernos en la década del 70 no fue
    un cambio climático, como tampoco lo fue
    la ocurrencia de veranos muy calientes y
    secos de los años 80, porque, en ambos ca–
    sos, el clima retornó a sus niveles de largo
    plazo. Las sequías de los años 30 y los fríos
    inviernos de los 70 constituyen verdaderos
    ejemplos de variaciones climáticas de cor–
    to plazo.
    Apocalipsis . . . ¿Cuándo?
    Después de una serie de oscilaciones de
    corto término que comenzaron hacia unos
    12.000 años antes de Cristo, se produjo
    una subida de las temperaturas hacia el
    8.300 AC que condujo a una sostenida
    alta temperatura en la Europa del Norte,
    que antes estaba totalmente cubierta de
    hielo. Las máximas temperaturas estivales
    que se experimentaron en Europa en los
    últimos 10.000 años ocurrieron alrededor
    de 6000 años AC. Por su parte, este calor
    llegó a Norteamérica recién hacia el 4000
    AC.
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    14
    Fig. 1
    FUENTE: Adaptado de S. W. Matthews, “What’s Happening to Our Climate”, National Geographic,
    Nov.1976 y el IPCC, 1990,
    Este período es conocido como Óptimo
    Climático Postglacial donde las tempera–
    turas eran 2 grados Celsius más altas que
    ahora. ¿Qué quieren decir los científicos
    cuando hablan de Optimo Climático? Sim–
    plemente que esas temperaturas son con–
    sideradas las mejores – las OPTIMAS –
    para el desarrollo y el mantenimiento de
    cualquier tipo de vida, sea animal o vege–
    tal. Sin embargo, una brusca inversión
    conocida como la oscilación Piora se hizo
    presente hacia el 3500 AC, marcada por un
    fuerte avance de los glaciares en Europa y
    grandes migraciones de pueblos agriculto–
    res. Desde el 3000 AC hasta el 1000 AC, el
    clima recuperó un poco de su anterior calor.
    Del año 1000 AC hasta el 500 AC los gla–
    ciares avanzaron otra vez.
    Hacia el año 400 de nuestra era, se ins–
    taló en Europa un período de más calor y
    más elevados niveles de los mares, pero
    otra vez fue seguido por un regreso a climas
    más fríos y húmedos. Puede verse la ma–
    nera, a veces brusca, que tiene el clima de
    la Tierra para variar sus temperaturas, pa–
    sando de frío a calor y luego nuevamente a
    El Efecto Invernadero
    15
    frío. Y todos estos cambios se produjeron
    sin la más mínima intervención del hom–
    bre, ni se le puede achacar la culpa a sus
    actividades manufactureras ni agrícolas,
    mínimas y burdas.
    Y otra vez más el tiempo cambió y un
    clima realmente cálido imperó en Europa
    (y el resto del mundo, por supuesto) que
    culminó en Groenlandia hacia los años
    900 a 1100 y en Europa hacia el 1100 a
    1300. Este período es conocido como el
    Pequeño Óptimo Climático (también como
    Óptimo Climático Medieval). Las tempe–
    raturas de este período se hicieron, por un
    corto período, tan altas como las del Óptimo
    Climático Postglacial (6000 a 4000 AC).
    Como se ve, el clima cambiante es la nor–
    ma; el clima estable la excepción. La his–
    toria nos dice que el clima jamás fue igual
    por mucho tiempo.
    ¡Otra Vez el Frío!
    Este hermoso período permitió la coloni–
    zación de Groenlandia y la extensión de
    los campos de labranza hasta muy al norte
    de Europa y Asia. Sin embargo, este perío–
    do de bonanza hoy sería etiquetado por los
    propulsores del Calentamiento Global
    como el Apocalipsis Now. Pero las cosas
    buenas tienen su fin y así, a partir de más
    o menos el 1350, se instaló en Europa un
    tiempo de fríos severísimos e inviernos
    memorables, de unos 500 años de dura–
    ción, y que se lo conoce como la Pequeña
    Edad de Hielo, o como le llaman los ale–
    manes, el Klima Verschlechterung, o el
    Empeoramiento del Clima. El punto más
    bajo del frío ocurrió entre 1550 y 1750.
    Por ejemplo, la colonia en Groenlandia
    desapareció no mucho más tarde del año
    1400. Y en Inglaterra se erigían ciudades
    de carpas para celebrar las Ferias Hela–
    das sobre el congelado cauce del río Táme–
    sis, aún hasta los años de 1813–14.
    El resto es bastante conocido, algunos
    climatólogos sostienen que la temperatura
    aumentó desde 1850 unos 0,5oC, otros dicen
    que las aguas del Mar del Norte se han en–
    friado 0,5oC desde principios del siglo.
    Haga el Hombre lo que haga, su pretendi–
    do inmenso poder no puede competir con
    las tremendas fuerzas astronómicas y cós–
    micas que gobiernan el subir y bajar de las
    temperaturas del planeta Tierra.
    El Derretimiento de los Polos
    Pocas cosas asustan más a la gente en el
    debate del Calentamiento Global que el
    tema del «derretimiento de los casquetes
    polares», con su consecuencia profetizada
    de aumento de los niveles de los océanos e
    inundaciones de áreas costeras. El Río de
    la Plata invadiendo al Teatro Colón y otras
    tonterías por el estilo. ¿Por qué es un mito
    o una falsedad gigantesca? Veamos: Es
    preciso diferenciar entre los dos casquetes
    polares, el Ártico y la Antártida. El cas–
    quete polar Ártico es un océano congelado
    rodeado por las masas de tierra de Améri–
    ca y Asia. Se trata de un «cubo de hielo»
    que flota en el mar.
    Los imperfectos modelos MCG predicen
    un derretimiento parcial del hielo de los
    mares y una retirada hacia los polos de unos
    300 kilómetros, pero nunca un derretimiento
    substancial, y mucho menos uno
    total. ¿Cuáles serían las consecuencias de
    tal derretimiento para los niveles del
    océano? Exactamente: ninguno.
    Simplemente porque, a medida que el
    hielo flotante de los mares se derrite, va
    devolviendo el mismo volumen de agua
    que tomó cuando se congeló. ¿No lo cree?
    Haga la prueba siguiente: coloque en un
    vaso alto dos o tres cubitos de hielo y llé–
    nelo luego con agua tibia hasta el mismo y
    exacto borde del vaso. Verá que la parte
    superior de los cubitos sobresalen por en–
    cima del borde. Espere a que el hielo se de–
    rrita totalmente y podrá comprobar que no
    se ha derramado ni una sola gota de agua.
    El nivel del agua en su vaso – lo mismo que
    el de los océanos – no aumenta cuando el
    hielo flotante se derrite.
    La situación sería diferente en la Antár–
    tida, donde la mayor parte del hielo está
    asentado sobre tierra firme. Si el hielo que
    rodea a la parte de tierra firme antártica
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    16
    se derrite, ya sabemos lo que no va a
    pasar. Lo que no pasó en su vaso. Puede
    preguntar ahora ¿por qué no hay más de–
    rretimiento? De manera simple, porque el
    calentamiento profetizado por los MCG no
    es suficiente para derretir más. Suponga–
    mos que el calentamiento de la atmósfera
    eleve la temperatura en el polo los 3º C que
    se profetizan. La temperatura promedio
    de la Antártida es de unos –15o C, por lo
    tanto, si se hace más caliente (hasta unos
    –12o C), dicha temperatura todavía está
    12o C por debajo del punto de congelación
    (o derretimiento, si prefiere). Los hielos de
    tierra firme seguirán congelados.
    La Antártida es, como dije antes, un blo–
    que de hielo reposando sobre un continen–
    te. Más del 90% del hielo de la Tierra está
    allí, mientras que Groenlandia sólo tiene
    el 5%. El resto está en los distintos glacia–
    res que hay en el mundo. Los científicos
    han calculado que no existirá un significa–
    tivo derretimiento de la cobertura helada
    de la Antártida, sino un mínimo derreti–
    miento de los hielos que circundan al con–
    tinente, con un efecto nulo sobre el nivel
    de los mares.
    Los científicos que han analizado la
    respuesta de la cobertura de hielo de la
    Antártida a un calentamiento provocado
    por la mentada duplicación de los niveles
    de CO2 en la atmósfera han descubierto,
    para desazón de los catastrofistas, que en
    realidad los hielos van a aumentar, en
    lugar de disminuir! ¿Por qué?
    Primero, la Antártida es un lugar su–
    mamente frío, por lo que aún un gran
    calentamiento no provocará un deshielo
    significativo. Pero, en segundo lugar, y
    mucho más importante, ya que el aire so–
    bre y alrededor del continente se calenta–
    rá (supuestamente) tanto, podrá contener
    mucho más vapor de agua que lo que pue–
    de hacer ahora.
    La Física nos dice que la capacidad del
    aire de contener vapor de agua se duplica
    con aproximadamente cada 10o C de au–
    mento. Parte de esta nueva cantidad de
    humedad se condensará y caerá en forma
    de nieve. Esta nieve no se derretirá, y su
    acumulación hará que la cobertura de hie–
    los de la Antártida vaya creciendo de mane–
    ra paulatina. Ahora bien, esto es en esencia
    una neta transferencia de agua de los mares
    hacia la tierra, donde permanecerá duran–
    te miles de años. Este balance negativo de
    agua de los océanos hará que en realidad
    el nivel de los mismos descienda unos 30
    centímetros. El Teatro Colón no será inun–
    dado por el Río de la Plata.
    Aunque esto sea una sorpresa para la
    mayoría de la gente, este hecho es conoci–
    do por los climatólogos desde hace muchos
    años. A consecuencia de muchos estudios,
    se determinó que durante períodos geoló–
    gicos de millones de años atrás, los niveles
    de los mares eran mucho más bajos du–
    rante los períodos calientes que durante
    los períodos fríos. Sorprendente, no?
    Finalmente, los científicos parecen haber
    considerado con mayor cuidado el real im–
    pacto de las mayores temperaturas sobre
    los casquetes polares y, en consecuencia,
    han disminuido sus estimaciones del au–
    mento del nivel de los mares a 30 centíme–
    tros. En efecto, las observaciones realiza–
    das indican que el espesor de los hielos de
    Groenlandia y de la Antártida ha aumen–
    tado en los últimos años. Los modelos MCG
    más recientes han disminuido más todavía
    el futuro aumento del nivel de los océanos
    a unos insignificantes 2,5 centímetros para
    los próximos 50 años. El tema se hace cada
    vez menos Apocalíptico.
    El Verano del 88
    El año 1988 fue un año particularmente
    seco y caliente. Desde entonces, se afirma
    que la sequía del 88 fue la prueba final de
    que la teoría del Calentamiento Global era
    correcta y que el Apocalipsis estaba a nues–
    tras puertas… a menos que se implemen–
    taran las medidas que el Establishment
    de la ecología proponía – con todas las pe–
    nosas consecuencias que ello acarrearía a
    las naciones más pobres del mundo. Sin
    embargo, para dejar algunas cosas bien en
    claro, es menester decir que, para cual–
    El Efecto Invernadero
    17
    quier persona que fuese capaz de leer una
    tabla climatológica (para no mencionar a
    los científicos en climatología), las predic–
    ciones basadas en el único año de 1988
    eran algo que erizaba los pelos. Esto fue
    uno de los “bloopers” científicos más gigan–
    tescos que se hayan registrado en la His–
    toria. Veamos por qué:
    Primero, volvamos a la hipótesis cen–
    tral de qué es el Clima, y grabémoslo muy
    profundamente en la memoria: El Clima
    es el promedio a largo plazo de un paráme–
    tro climático, y un Cambio Climático es el
    cambio a largo plazo y duradero de ese
    parámetro. Una serie de algunos pocos
    años fríos o calientes, secos o lluviosos,
    son una variación climática de corto plazo
    y no un cambio climático a largo plazo.
    Pero, como los ecologistas sostienen que
    la frecuencia y la severidad de las sequías
    aumentarán con el Calentamiento Global,
    analicemos entonces al asunto desde dos
    ángulos diferentes: desde la perspectiva
    histórica climatológica, y desde La pers–
    pectiva causal.
    La Perspectiva Histórica
    Créase o no, las sequías severas son algo
    sumamente común, no sólo en las grandes
    planicies de los Estados Unidos o en el
    Sahel, sino en todo el mundo. Esto es muy
    fácil de corroborar: sólo es necesario echar
    una ojeada a las tablas de temperatura y
    lluvias de cualquier lugar del mundo. En
    los Estados Unidos, aún se recuerdan las
    gravísimas sequías de los años 30 y los 50,
    para ser más precisos, 1934-1936, y 1952-
    1954.
    Los períodos que siguieron a 1954 es–
    tuvieron desprovistos de sequías dignas de
    mencionarse y las décadas del 70–80 se ca–
    racterizaron por veranos frescos y lluviosos,
    interrumpidos únicamente en 1980 y 1983
    por una sequía en las planicies del sur.
    Pero, cuando llegó el año 1988 – la primera
    gran sequía en 34 años – había que culparlo
    al Calentamiento Global.
    Obviamente, a partir del análisis de la
    historia climática de los Estados Unidos,
    no existe ninguna evidencia de ninguna
    clase que sea, que permita siquiera suge–
    rir que haya ocurrido algún cambio climá–
    tico, tal como lo afirman los que manejan
    los modelos computarizados, y la sequía del
    88 es nada más que una pequeña y muy
    corta variación natural del clima.
    La Perspectiva Causal
    De acuerdo al cálculo de los modelos com–
    putarizados, las sequías deberían incre–
    mentarse como resultado del aumento de
    las temperaturas veraniegas, en un esce–
    nario de precipitaciones relativamente
    constantes, cosa que no se ha materializado
    aún, ni ha dado señas de querer hacerlo.
    Entonces, debería haberse dado un aumen–
    to de la frecuencia de tales situaciones
    donde, debido a la incrementada evapora–
    ción, la sequedad de los suelos aumenta
    simplemente como consecuencia de mayo–
    res temperaturas, pero no a causa de cam–
    bios concurrentes en el patrón de circula–
    ción general de la atmósfera.
    Sin embargo, los científicos han podido
    determinar que la sequía del 88 no fue cau–
    sada por un aumento generalizado de la
    temperatura, sino a un desusado cambio
    en los patrones de circulación general de
    la atmósfera encima y alrededor del conti–
    nente norteamericano, de naturaleza tem–
    poraria, y que se han revertido desde en–
    tonces. La predominante característica de
    tal cambio fue la muy persistente recu–
    rrencia de altas presiones en la zona central
    de los Estados Unidos y el tiempo soleado
    y caluroso asociado con las altas presiones
    del verano. Se debe rechazar, en consecuen–
    cia, las afirmaciones sobre que la sequía
    de 1988 estuvo relacionada con el Calen–
    tamiento Global profetizado por los modelos
    computarizados, por las siguientes razones:
    • La sequía se debió a un cambio anóma–
    lo y temporal de los patrones de circu–
    lación general de la atmósfera.
    • La historia climática muestra que las
    sequías son parte normal de las varia–
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    18
    ciones climáticas de los Estados Unidos.
    La única gran sequía en 34 años no pue–
    de tomarse como una señal del Calenta–
    miento Global, sobre todo si los previos
    34 años estuvieron desprovistos de
    cualquier sequía digna de mencionarse.
    Más aún, las tendencias a largo plazo de
    las temperaturas de verano en Estados
    Unidos no muestran ninguna indicación
    del calentamiento que los modelos predi–
    cen. Por el contrario, parece existir un en–
    friamiento durante las seis últimas déca–
    das, lo que contradice de manera muy
    evidente las predicciones de los modelos
    computarizados.
    Es necesario agregar que, si bien los
    Estados Unidos fueron castigados por una
    de las peores sequías de la historia, otras
    regiones del mundo tuvieron los veranos
    más lluviosos que se hayan registrado
    jamás. Y lo más sorprendente de todo es
    que, en los Estados Unidos, en realidad se
    ha producido un muy ligero enfriamiento
    durante los últimos 60 años, en donde 16
    de los 48 estados experimentaron enfria–
    miento notable, de acuerdo a los registros
    del US Historical Climataology Network.
    Ye he realizado un análisis de los 1538 re–
    gistros históricos de esa base de datos y he
    obtenido las tendencias de temperatura
    de los Estados Unidos desde el año 1900
    hasta el 2000.
    Elegí ese lapso de la historia porque 100
    años bien pueden marcar una tendencia
    de las temperaturas. Si hubiese elegido el
    período posterior a 1940, la tendencia al
    enfriamiento hubiese sido más pronuncia–
    da. Si el lector tiene acceso a Internet, y
    la curiosidad suficiente, pueden ver mi
    estudio en la página titulada “Espantando
    Temperaturas Fantasmas”, en:
    http://mitosyfraudes.8k.com/Calen4/EspantaTemp.html
    Las organizaciones ecologistas sostie–
    nen que, de acuerdo al informe del IPCC
    (o Panel Intergubernamental del Cambio
    Climático), se “observa un discernible efec–
    to antropogénico sobre el calentamiento
    de la atmósfera”, y por consiguiente es
    imperioso imponer el Tratado de Kyoto,
    que demanda la reducción de los gases de
    invernaderos a un 7% por debajo de los
    niveles del año 1990.
    Las consecuencias que esto le traería
    aparejadas son catastróficas. Según el in–
    forme que el Departamento de Energía de
    los EEUU presentó al presidente Clinton,
    dado el nivel de producción actual y la ten–
    dencia de consumo de energía, para cum–
    plir con el Protocolo de Kyoto, los EEUU
    deberían desaparecer de la faz de la Tierra.
    Ahora bien, ¿cuál es la mejor –si no la
    única manera de comprobar si la atmósfera
    de la Tierra ha tenido algún calentamiento?
    No es, por cierto, mediante la observación
    del “aumento en la frecuencia e intensidad
    de los huracanes”, ni “el aumento de las
    inundaciones”, ni el “retorno de las enfer–
    medades tropicales”, ya que cada una de
    estas cosas tiene una explicación sin rela–
    ción alguna con el calentamiento. Lo mejor
    es fijarse en los registros de las tempera–
    turas que se vienen llevando en las miles
    de estaciones meteorológicas esparcidas a
    lo largo y ancho de la faz del planeta, y ver
    si existe algún cambio notorio o, por lo
    menos, alguna tendencia hacia alguna di–
    rección. Del estudio de estos registros se
    observa que existe una tendencia, pero en
    dirección al enfriamiento del planeta.
    De acuerdo a los modelos computariza–
    dos, el primer lugar donde debería verse
    un calentamiento son los Polos. De allí la
    profusa abundancia de publicaciones y noticias
    sobre los desprendimientos de gran–
    des témpanos de hielo en la Antártida, o
    la ausencia de hielos en el Polo Norte. Por
    lo tanto, fijémonos en los registros de las
    estaciones meteorológicas de los polos y
    de las costas de Europa y Asia que están
    dentro del Círculo Polar Ártico.
    Los gráficos son de las estaciones Casey,
    (Australia), Davis, Halley Bay y la rusa
    Vostok, en Antártida, donde se comprue–
    ba de manera concreta y fehaciente que, si
    existe una tendencia, ésta es en dirección a
    un enfriamiento de la atmósfera.
    El Efecto Invernadero
    19
    Figura 2: Temperaturas en las estaciones Casey (base
    Antártica de Australia), Davis, Halley Bay, y Vostok.
    Las conclusiones son obvias. Si los termó–
    metros de las estaciones y las lecturas de
    los satélites y globos sonda indican que la
    atmósfera se enfría, ¿Por qué las naciones
    del mundo deben cometer suicido firman–
    do el nefasto Protocolo de Kioto? ¿Cuáles
    son, entonces, las motivaciones que se
    encuentran detrás de toda esta gigantes–
    ca campaña de terror relacionada con un
    inexistente aumento de la temperatura
    de la Tierra? Geopolítica e intereses cor–
    porativos multinacionales juegan un pa–
    pel fundamental. Los pueblos atrasados
    pagan los gastos de la fiesta.
    ¿Quién Calienta a la Tierra?
    El Sol, ¿quién más? Y este factor es uno
    de los más importantes y menos conocido
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    20
    de todos los que se agitan en el tema del
    Efecto Invernadero. Se conoce desde hace
    muchos años que el Sol tiene variaciones
    regulares e importantes en el número de
    manchas sobre su superficie – las conoci–
    das «manchas solares» – que tienen un
    período promedio de 11 años. Además se
    han registrado grandes variaciones en la
    amplitud y número de estas manchas
    durante años pico.
    Hace relativamente poco tiempo se des–
    cubrió una posible relación entre el ciclo
    solar de 11 años y la Oscilación Cuasi Bia–
    nual (u OCB), un fenómeno estratosférico
    que influye sobre el clima y también sobre
    la magnitud del famoso Agujero de Ozono.
    Las variaciones solares tienen que ver
    con las diferencias en la amplitud pico en
    diferentes «máximos» del ciclo de 11 años.
    Los investigadores notaron que un muy
    profundo mínimo de esas amplitudes pico
    (el llamado mínimo Maunder), coincidió
    con las temperaturas más bajas registra–
    das durante la Pequeña Edad de Hielo de
    la segúnda mitad del Siglo 17. Más aún,
    otro mínimo producido a principios del
    Siglo 19 (el «mínimo Spoerer») también fue
    acompañado por temperaturas mucho más
    bajas que en las décadas previas.
    Cualquiera sean las razones, si compa–
    ramos las tendencias a largo plazo de las
    temperaturas de tierra durante los últi–
    mos 100 años con el número de manchas
    solares, se observan impactantes similitu–
    des. Cuando se relacionan estadísticamen–
    te los registros de temperaturas regionales
    con los diversos factores solares registrados
    desde casi 1750, el promedio a largo plazo
    de la cantidad de manchas solares tiene
    una estrecha relación con las temperatu–
    ras registradas. (Ver Fig. 3)
    Fig. 4. Variación de promedios anuales del número de manchas solares y las
    temperaturas troposféricas en latitudes medias del Hemisferio Norte entre 1966 y
    1990. El coeficiente de correlación entre los conjuntos de datos es r = 0.76
    Estudiando la historia podemos comprobar
    que los cambios climáticos han fluctuado
    continuamente a lo largo de los siglos. Hay
    décadas que son predominantemente frías
    y otras son cálidas, pero a largo plazo (y
    aquí hablamos de cientos y aún miles de
    años) parecen fluctuar alrededor de un
    centro de gravedad, que es el promedio
    climático de largo plazo.
    El Palo de Hockey se Rompe
    Vimos más arriba que Mann, Bradley y
    Hughes realizaron un reconstrucción de
    las temperaturas medias de la Tierra
    MANCHAS SOLARES
    TEMPERATURAS TROPOSFERICAS
    VALORES NORMALIZADOS
    El Efecto Invernadero
    21
    desde el año 1000 hasta la fecha, y de
    acuerdo a sus conclusiones, los niveles de
    CO2 en la atmósfera en el Siglo 20 eran
    muy superiores a los de los siglos anterio–
    res, segundo, que el Siglo 20 era el más
    caluroso en últimos mil años. En base a
    este estudio de 1998, el IPCC fundamentó
    su afirmación que había una perceptible
    influencia del hombre sobre el clima. Por
    supuesto, esto enfureció a los muchos
    científicos que habían contribuido con sus
    trabajos al informe técnico del IPCC, y sus
    conclusiones no decían nada de eso.
    Entre los disidentes más influyentes
    estaba el Dr. Richard Lindzen, jefe de uno
    de los grupos que habían trabajado para
    el IPCC, famoso climatólogo, y ex miembro
    de la Academia de Ciencias de los Estados
    Unidos. No precisamente un improvisado.
    A sus severas críticas se unieron reconoci–
    dos científicos de la valía del profesor Fred
    Singer, el Dr. Tim Patterson, Sherwood
    Idso, Fred Hoyle, y muchos, muchos más,
    que elevaron sus voces para mostrar su
    desacuerdo con un estudio que considera–
    ban defectuoso y plagado de metodologías
    y procedimientos nada claros.
    Pero, ¿Qué aspecto tiene el Palo de Ho–
    ckey? Es tiempo de que analicemos todo lo
    que hay por detrás de esta piedra funda–
    mental de la hipótesis del Calentamiento
    causado por el hombre. Ajústense los cin–
    turones porque vamos a volar en áreas pe–
    ligrosas.
    En la Figura 5 vemos al Palo de Hockey
    en la parte inferior, mostrando la fuerte
    subida de las temperaturas a partir de la
    mitad del Siglo 19, cada vez más pronun–
    ciada a medida que transcurre el Siglo 20.
    Figura 5: El “Palo de Hockey”, tal como lo presenta el IPCC en sus informes.
    ECOLOGIA: Mitos y Fraudes
    22
    Recordemos que ya demostró el profesor
    Zbigniew Jaoworowski que los estudios del
    CO2 contenido en los cilindros de hielo de
    los glaciares no son buenos indicadores de
    la fecha ni de la cantidad de CO2 que ha–
    bía en el aire al momento de la formación
    del hielo. Pero no es ese el principal proble–
    ma del palo de hockey de Mann etc al, y
    sus defensores en el IPCC. El peor proble–
    ma fue que el estudio fue tomado por los
    científicos canadienses Steven McIntyre,
    y Ross McKitrick, quienes le hicieron una
    disección total –diría yo, más bien una
    autopsia.
    Uno de los principales antagonistas del
    estudio de Mann, Bradley y Hughes (en
    adelante MBH98), fue el ingeniero y marino
    retirado John Daly, de Tasmania, Austra–
    lia, quien desde su sitio de Internet “Wai–
    ting for Greenhouse” (Esperando por el
    Invernadero) se ocupó de desenmascarar
    lo que había caracterizado como “un fraude
    científico escandaloso” cometido por Mann
    et al. Finalmente, el tiempo y la ciencia le
    dieron la razón. John Daly murió de un
    infarto cardíaco el 29 de enero de 2004,
    pero su sitio de Internet mantiene aún
    toda la información científica sobre el
    asunto “cambio climático”. Una visita a
    http://www.john-daly.com/ le ofrece una inmen–
    sa cantidad de material científico de pri–
    mera calidad, así como discusiones entre
    científicos que resultan muy reveladoras.
    Como fui yo el encargado de llevar la
    sección en Castellano de su sitio, presen–
    taré aquí la traducción que hice del estudio
    que John Daly escribió en Octubre de 2003,
    cuando McIntyre y McKitrick publicaron
    sus críticas al estudio MBH98 en la revis–
    ta inglesa Energy & Environment:
    El Palo de Hockey se
    Rompió
    Por John Daly
    En un asombroso estudio recién publicado
    en Energy and Environment, el infame “Palo
    de Jockey” desarrollado por Mann, Bradley
    y Hughes en 1998, ha sido tota

  8. Dagny las empresas podrían hacerse cargo de la basura y desperdicios tóxicos, el problema es que es un costo elevadísimo que elevará los costos unitarios y por ende el precio al público. Osea el consumidor es el pagador final del costo. Ahora bien, es lógico que quien se beneficia con lo que compra deba pagar el costo del desecho que produce el consumo, pero entonces para qué pagamos impuestos. Si el estado hiciera posible devengar de impuestos los costos de limpiar el suelo y el aire podría ser factible, pero el gobierno no se ocupa del problema pero cobra impuestos para ello. De todos modos, el problema no es la ecología, la contaminación, cambio climático o como se llame: es el odio al capitalismo lo que tienen. Todos los temas que hablan dia y noche por la prensa es en realidad la excusa, el chivo expiatorio.

  9. Bueno en realidad el consumidor paga el costo hoy en dia en ppio mediante impuestos. Si en lugar de tratar de solucionar la externalidad via ingerencia del estado como siempre, se recurriera a legislacion seria que reconozca que el residuo es responsabilidad de quien lo genera ( esta legislacion empezo a verse en la Argentina en los odiados noventa) el mercado actuaria para arbitrar costos y beneficios bajo eleccion del consumidor.
    Pero claro, el capitalismo es malo, por eso papa estado nos va a arreglard todo, al final nunca se arregla nada y solo se termina pagando por contaminar ( al mejor estilo Al Gore ).

    El problema como dijo Dagny no es gritar como estupidos contra el impacto ambiental, sino encontrar un marco legal razonable que permita a los individuos actuando libremente ( para no decir el mercado que es mala palabra en Argentina 🙂 ) puedan resolver el problema con responsabilidad.

    Al menos esa es mi opinion 🙂

    Pedro

  10. Coincidiendo con Pedro y Dagny, el asunto es no contaminar por más que esa contaminación no cause la desaparición de un lago en Chile, y la contaminación, como dijo Dagny es muestra de ineficiencia. Lo que es muy interesante es que estas soluciones a los verdes no les van a interesar porque resulta que tendrían que reconocer que el ser humano es el único que conserva a través de un mecanismo que ellos quieren destruir que se llama propiedad privada (propiedad de cualquiera, para que lo entiendan los que piensan)
    Por último me alegra que todos los personajes de Ayn Rand se acerquen al blog. Que susto se va a llevar Tenembaummmmm

  11. Roark, como dice Pedro, el hecho de no hacer responsables a los productores de los costos reales permitiendoles ser ineficientes en el uso de la energia y los insumos, genera una externalidad,,,que la pagan TODOS,,,cuando solo deberian pagarla aquellos que consumen ese producto,,,,que subirian los precios,??,,probablemente si,,,pero solo al nivel aceptable para los consumidores,,,despues alguien – una mano invisible tal vez? – encontraria la forma de producir al precio que el consumidor esta dispuesto a pagar,,,,,,,
    Por eso mi propuesta es: bajemos los impuestos a aquellos que
    producen limpio,,,y dejemos de cobrarle a todo el mundo para subsidiar los precios de productos que no todos consumen.
    Y tengamos las antenas paradas porque este es el ambito
    ¨altruista¨propicio para la intervencion ¨no conforme ¨del Estado,,,o sea aquella intervencion que el Estado realiza no para mantener la libertad en el mercado sino para ¨poner limites ¨a la ¨voracidad ¨del capital ,,,,,,Que horror !!! cuantas palabras ¨malditas ¨en un solo parrafo
    Dagny

  12. Jose,,,,no he revisado demasiado los personajes del blog,,,,recien llego a el,,pero me parece que todavia hay lugar para Francisco D `Ànconia, Hank Rearden y algunos mas,,,,,,
    Esperemos que aparezcan,,,,,y empecemos a buscar nuestro valle escondido para refugiarnos,,,,,de los pingüinos y otras especies peligrosas no solo por sus intenciones sino por su incapacidad ,,,,,,

  13. En Estados Unidos, a quien los ecologistas acusan de todos los males del mundo, desde hace muchos años, si el dueño de un auto quiere hacer un cambio de aceite en el mismo, la concesionaria o el taller le cobra al dueño del auto el costo de eliminar el aceite usado. Que yo sepa este costo no lo abona quien utiliza el sistema púbico de transporte.

  14. José recuerda cuando hablamos del Valle, un lugar en la cordillera de los Andes. Ahora tenemos a Dagny. Ya somos tres.

    Anoche cuando se anunció la noticia de la suspensión de la venta de GNC. Un funcionario del gobierno provincial de SJ inmediatamente salió por los noticieros diciendo que se iba a crear un organismo estatal que tendría como función la educación en el uso de la energía. Luego dijo que habría un control para el desarrollo de una energía sustentable.
    No entendí nada, no se que es energía sustentable.

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