Tucumán tiene un gobernador hecho a la usanza kakista. En este momento José Alperovich se encuentra desafiado por su propio vice gobernador Fernando Juri que consiguió reunir a su alrededor a la oposición en función de objetivos como detener el abuso de los decretos de necesidad y urgencia o establecer reglas de juego político equitativas y pluralistas. Si bien Juri planea competir con Alperovich en la interna peronista por la gobernación tucumana, no está interesado en desafiar a Kirchner, pero de cualquier modo plantea una agenda por el momento opuesta a los peores hábitos del poder central.
Tal vez si José Alperovich hubiera desempeñado todo su mandato con un presidente relativamente respetuoso de la Constitución y del pluralismo político su gobernación hubiera sido común y corriente, pero el trato neurótico que el poder kakista tiene con las instituciones y con la sociedad parece haber habilitado a algunos personajes menores a comportarse de un modo parecido en sus jurisdicciones como la única forma de permanecer en responsabilidades que no son a su medida. El autoritarismo es siempre un arma de la pequeñez.
Toda disidencia en Tucumán, como en la nación, es una conspiración, una traición a la gente o un intento de detener una gestión fundacional destinada a cambiar la historia y sólo amenazada por algunos que no se someten. Toda adhesión, a su vez, implica impunidad y mucho dinero. Esto resume el estilo kakista de gobierno y Alperovich es una mala copia en un país en el que por ahora no hace falta calidad ni para copiar.
Reunida la oposición bajo estas consignas consiguió aprobar leyes que intentan desbaratar el aparato de fraude a la democracia con la implementación del voto electrónico, la sanción a la utilización de dádivas para la compra de votos, prohibir la publicidad oficial sobre obras de gobierno en un período de 90 días anterior al comicio. Todo esto ocurrió en ausencia de los legisladores que responden al gobernador, quién se mostró muy a disgusto con que la Legislatura recobrara vida propia. Eso que los nuevos teóricos politológicos de la era post-alfonsinista denominan con desdén “ingobernabilidad” y que antiguamente se conocía como república.
En el ámbito nacional muchos se preguntan qué es lo que le falta a la oposición para ser oposición. Los legisladores tucumanos dan un buen ejemplo. En lugar de recorrer programas de televisión o hacer declaraciones actúan dentro de las instituciones. Esa es la función de contrapeso que corresponde a la oposición para que el oficialismo no se transforme en lo que se ha transformado.
En diciembre de 2005 Alperovich intervino el privado Canal 10 de televisión de Tucumán para evitar que la información inconveniente llegara a los tucumanos. Los medios nacionales o no hablaron del tema o lo hicieron titulando de un modo bastante particular. Ese canal se ha convertido ahora en el ATC local. En un estilo que me recuerda a la televisión cubana, panfletario y faccioso, ahora se dedica a la propaganda desvergonzada de los intereses del gobernador. Vean ustedes el modo burdo en que el noticiero del Canal 10 de Tucumán, intervenido por el gobernador, reflejó la sesión de la legislatura de la que hablo: Audio Canal 10.
Este canal alperovichista es cada vez más descarado. No informan NADA, lo único que hace es alabarlo al mafioso gobernador que tenemos