La igualdad desigual en Cuba

Los cubanos tienen prohibido el acceso a hoteles y cosas tales como teléfonos celulares o internet que les permita comunicarse y enterarse de lo que ocurre en el exterior. Pero uno de los sistemas de control más efectivos es el establecimiento de precios en “pesos convertibles” (si, en Cuba hay convertibilidad) a los que no tienen acceso los cubanos, quienes cobran pesos cubanos no convertibles de mucho menor valor.

Es decir, hay bienes y servicios que el comunismo cubano establece como de privilegio. Así es la cosa con la igualdad. Un grupo de mujeres campesinas empezaron una campaña pidiendo igualdad nada menos en el paraíso socialista, y que los cubanos puedan pagar todo con la misma moneda. La campaña se llama justamente “con la misma moneda”. El que sigue es el comunicado que difunden para que el día 5 de diciembre en todo el mundo se peticione por sus derechos.

Noviembre 29, 2006

FLAMUR en Cuba solicita apoyo internacional para “Con la Misma Moneda”.

El próximo 5 de Diciembre del presente año se declara como el día de apoyo internacional en defensa del pueblo cubano a obtener bienes y servicios con la moneda nacional, la cual sirve para pagar el trabajo realizado por los ciudadanos en la isla.

La Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR) en Cuba, que patrocina esta iniciativa cívica, insta a la comunidad internacional, a organizaciones civiles y de derechos humanos y a personalidades en el mundo a respaldar la Campaña “Con la misma Moneda”

La (FLAMUR) es una organización compuesta por mujeres campesinas independientes esta convocando a los cubanos a respaldar este iniciativa con la recogida de firmas para reclamar el derecho de los cubanos a obtener beneficio con la moneda del país, en vez de capitales extranjeras como se requiere actualmente en las llamadas zonas turísticas o de “área dólar”.

Lizette Fernández Carballo, miembro del Ejecutivo de FLAMUR, actualmente exiliada en los Estados Unidos, debido a la persecución por sus actividades a favor del derecho del pueblo cubano a reivindicar su dignidad con la moneda del país afirma:

“El régimen fuerza a los cubanos a comprar bienes y servicios con moneda extranjera, lo que coloca a estos productos fuera del alcance de la mayoría de los cubanos, debido a que reciben el pago de su salario en moneda nacional. Esto convierte al peso cubano en básicamente un pedazo de papel sin valor alguno”.

Magdelivia Hidalgo, Representante Internacional de FLAMUR expresó “La campaña, permitirá presentar una petición al régimen para que se permita a los cubanos utilizar el peso y con él adquirir productos y servicios en cualquier tienda, centro comercial y hotel”.

La campaña fue anunciada el pasado 25 de agosto dentro de Cuba por Maura Iset González Jurquet, presidenta de la organización. A partir de ese momento se han enfrascado en la recogida de firmas. “Estamos simplemente demandando un derecho que le corresponde a todos los cubanos y que nos ha sido injustamente negado,” concluyó Iset González

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

2 comments

  1. Y bueno, ¿la famosa Hilda Molina acaso no fue perseguida por pedir que los cubanos tengan acceso a hospitales que sólo utilizan extranjeros?

    A los defensores del tirano cada vez les cuesta más ocultar la opresión y desigualdad en la isla…

    Curioso que quienes acá se oponen al “capitalismo salvaje”, al mismo tiempo apoyan abiertamente esta forma de esclavitud “socialista”.

  2. Por supuesto que entre Argentina y Cuba hay diferencias de régimen político. El gobierno, pese a sus simpatías, tiene algunos límites impuestos por la realidad, por la Constitución, por la deslucida prensa y por la propia opinión pública.
    Pero en lo económico, nos preocupemos por las similitudes:
    1) Una característica de las países subdesarrollados -y socialistas- es que los bienes arquetípicos de la denostada “sociedad de consumo” (medicina con tecnología de alta complejidad, medicamentos importados, viajes al exterior, automóviles, computadoras personales y electrodomésticos) son caros, cuando no escasos o lisa y llanamente inexistentes, y su precio relativo es alto, en relación con el precio de los servicios y del trabajo. Como son economías cerradas, los bienes comercializables internacionalmente (“transables”, dicen los economistas), no se obtienen a precios razonables (el dólar alto, los aranceles y las restricciones a la importación lo impiden).
    Esa relación de precios -bienes exportables, importados o que sustituyen importaciones caros y servicios baratos, expresados en dólares- es propia del subdesarrollo, y significa un “tipo de cambio real” elevado (el tipo de cambio real, en última instancia, es la relación entre bienes “transables” y “no transables”). El “modelo productivo” iniciado por Duhalde y continuado por K, significa que tener acceso a medicina de primera, viajar al exterior, adquirir un inmueble o comprar un automóvil cuestan lo mismo en dólares que en la convertibilidad, pero los sueldos e ingresos de la mayoría (de todos los que proveen servicios no dolarizados) están en la mitad o un 60% de ese valor.
    2) Como compensación parcial, el gobierno, mientras fomenta que los precios de las actividades industriales protegidas suban con el valor del dólar y con las barreras arancelarias y extraarancelarias, subsidia algunos precios: alimentos, con las retenciones a las exportaciones o las prohibiciones de exportar; tarifas de servicios públicos, impidiendo su reajuste; peajes, tarifas de energía eléctrica, agua, gas y combustibles. Igualmente, se pesifican las deudas y se suspenden las ejecuciones hipotecarias, subsidiándose a algunos deudores a costa de los acreedores.
    3) El dólar alto -o, en un lenguaje más tecnocrático, el “tipo de cambio real elevado” que se presenta como una virtud, significa que, como contrapartida de algunos precios bajos, todo lo que signifique progreso -incluyendo el legítimo derecho de viajar al exterior, por placer o por estudios- se vuelva carísimo. Una forma de volcarnos hacia adentro “a palos”.
    3) Haciendo de necesidad y pobreza virtud, no faltan los Fidel Castro y los Lavagna (en otras épocas, lo dijo Perón), que afirman que a la población no le importa el valor del dólar ni los salarios en dólares, porque los obreros no veranean en Miami, y el gobierno del pueblo (o en serio, o de la Revolución) posibilita que tengamos educación (lavado de cerebro) y salud (precaria) gratuitas.
    4) En las fracasadas economías soviética y de la cortina de hierro se reproducía esa relación de precios: baratísimo para los extranjeros, carísimo para los nacionales, salvo algunos bienes y los servicios, de baja calidad pero baratos.
    En Argentina, esos extremos no se dan, porque la economía no está tan socializada como en Cuba o la Unión Soviética, pero el esquema, a grandes trazos, es similar. Que en Cuba haya dos monedas -una convertible, para turistas y funcionarios, y otra para el pueblo- lo hace más irritante, pero aunque hubiera una sola moneda, el esquema económico sería igual: los bienes de consumo y servicios no subsidiados seguirían siendo inalcanzables para el cubano medio.
    5)Estas consideraciones económicas no significan minimizar el efecto devastador en las mentes y en los espíritus del totalitarismo político. La privación de las libertades económicas, llevada a sus extremos, va de la mano con la supresión de las libertades civiles. Hasta internet es un peligro para los déspotas.
    Cuando escribió “Camino hacia la servidumbre”, Friederik von Hayek sabía de lo que estaba hablando.

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