Hasta acá

Cuando hablamos de la Iglesia en general aludimos a miembros o representantes de ella. Tiene gente de todo tipo, pero esta cuestión lleva a muchos a una posición de quietismo cuando algunos de esos miembros hacen tonterías o cometen horribles pecados. Mi opinión es que la Iglesia se fortalece si promueve el debate abierto sobre todo lo que hacen y dicen sus representantes. Así se descubrirá que es una institución de hombres y no se le hará pagar al más allá, por decirlo de alguna manera, sus pecados. Si sólo se dice “somos nada más que hombres” cuando se cometen los errores, por supuesto que el efecto se pierde en el oportunismo.

Claro que soltar el halo místico y humanizarse (¿alguien más importante lo hizo antes no?) requiere estar mucho más sujeto a críticas. Lo cual es bueno, pero también es molesto.

En ese sentido, como me identifico con esa definición dada por Oriana Falacci que se decía cristiana atea, y creo que la Iglesia católica sigue siendo un control informal importante del poder y cuanto más sólida (que no es lo mismo que fuerte o privilegiada, es casi lo contrario) y coherente sea mejor estarán los individuos preparados contra el endiosamiento de los gobernantes. Esto es aplicable a otras religiones, pero el catolicismo tiene la característica de ser parte del origen político de occidente, lo que le otorga un carácter institucional más decisivo.

Me pareció un error enorme de parte del Cardenal Bergoglio el haber controlado los dichos del padre Ricardo Fernandez Caride en el acto de Blumberg. Aunque seguramente el cardenal sea un estratega infinitamente mejor que yo, creo que debilitar la presencia de ánimo de los que se atrevieron a expresarse contra las amenazas oficiales no es aceptable.

Ahora tal vez esa acción cobre otra dimensión. El cardenal Bergoglio ha activado la posibilidad de que los miembros de la Iglesia actúen en defensa de las instituciones.

Claro, la Iglesia no debe intervenir en política. No se trata de eso, sino de actuar en el momento en que la propia política está en juego. Eso es responsabilidad de todo el mundo y si se ocupa un lugar de batalla moral con mayor razón. El rabino Bergman me dijo el día que vino a mi programa que defender la constitución no es entrometerse en la competencia política. Y estoy completamente de acuerdo con eso, no se trata de que curas o rabinos indiquen las políticas que deben seguirse sino de preservar la libertad y los derechos de las personas, no puede haber neutralidad en eso. Lo mismo pasa con el periodismo le dije. Debe tomar partido por la constitución con toda claridad, porque eso es lo que nos es común a todos.

Por supuesto el derecho de propiedad y la igualdad de derechos de los extranjeros también es la Constitución y una parte esencial de ella, sería bueno que alguien se lo informe a monseñor Casaretto.

Alguien cercano al cardenal Bergoglio dijo algo crucial, de acuerdo a La Nación “Varios obispos están de acuerdo con no repetir errores del pasado. En otras épocas, la Iglesia calló. Hoy, ante la falta de una oposición fuerte, la Iglesia no va a callar y va a intervenir cada vez que sienta que las instituciones están en riesgo”

En definitiva si combatir dictaduras del pasado no es una forma de ser complaciente con la dictadura del presente, vamos bien.

El gobierno los ve como rivales. Es lógico, hablan de defender la Constitución lo cual es incompatible con las tendencias totalitarias del régimen. En cuanto a la oposición, no parecen siquiera entender qué es lo que no están haciendo.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

1 comment

  1. El estado ve como enemigos a todo a aquel que se ofrezca como un substituto eficaz. Quiere ser dios, y para eso debe eliminar a los otros.
    Muchos dicen que la Iglesia es íntrinsecamente autoritaria, al decirle a sus fieles que creer y como manejarse respecto a diversos temas, yo creo que esta acusación no es válida en tanto la Iglesia no obliga a nadie a ser católico, y uno puede o no cumplir con las exhortaciones morales que prescribe. ¿Cuántos católicos ni van a misa?
    Ahora, cuando las religiones se alían al poder…Ahí se desvirtúa todo.

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