El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia condenó al periodista croata Josip Jovic al pago de una multa de 20 mil euros por publicar extractos de la declaración de un testigo protegido. Se trata del testimonio del ex presidente croata Stjepan Mesic, cuya declaración fue ordenada en sesión cerrada.
Hagamos un simple paralelismo con la responsabilidad de nuestra ministra de defensa, doña Nilda Garré, que fue en otra vida (todos sabemos que los kirchneristas no tienen pasado) responsable de la Unidad Especial de Investigación del atentado a la Amia que no resolvió un pito, dónde se le ocurrió revelar la identidad de un testigo protegido, lo que la hizo entrar en disputa con los fiscales y renunciar al cargo. De multa ni hablar, la señora era de la Alianza y además como proclamada izquierdista gozaba de derechos humanos.
Sumemoslé que el papelón de doña Nilda fue hecho por alguien con responsabilidad en la investigación del caso y la Argentina cuenta con una figura como la del incumplimiento de los deberes de funcionario público. No aplicable por supuesto, al espectro ideológico impune ya comentado. El señor Jovic en cambio como periodista no tiene en mi opinión obligación de guardar un secreto por no ser funcionario y porque el secreto había sido violado ya desde el momento en que las declaraciones del ex presidente croata llegaron a sus manos.