El nazismo no es remedio contra la corrupción, sino corrupción en si misma

La Oficina Anticorrupción fue creada en el gobierno de la Alianza en el ámbito del ministerio de Justicia por iniciativa del actual secretario del Mercosur Bolivariano don Chacho “acá que estoy cómodo me quedo” Alvarez, en ese entonces Vicepresidente de la Nación. El propósito era entregar al “publico” a determinadas figuras políticas del “menemismo” consideradas “emblemáticas”, para consolidar el poder del nuevo gobierno ¿Y qué es lo que las había convertido en “emblemáticas”? La acción de las mismas usinas de información y acción política que hoy esconden la realidad de la Argentina , la monumental corrupción detrás de los fideicomisos, las “argentinizaciones” de empresas, el manejo de las áreas petroleras, las obras públicas, etc, las limitaciones a la libertad de expresión, la utilización de prácticas mafiosas para favorecer políticas oficiales, los viajes de compras de la primera ciudadana, el apoderamiento de mil millones de dólares de Santa Cruz.

La era kakista ilustra sobre la era “menemista” en ese sentido, porque la construcción del mito de que lo ocurrido en la década pasada está manchado de corrupción se ve con toda claridad como intencionada y parte de una estrategia de poder. Y no solo de poder, porque la hiper-devaluación motorizaba el proceso y servía de “aceite” a la cruzada moralizadora por razones económicas.

No hablo de casos en particular. Los habrá como en todo gobierno, sobre todo en uno que toma muchas decisiones transformadoras, pero la obviedad de la naturaleza política de la generalidad de las acusaciones queda al desnudo no bien se toma nota de que los “emblemáticos” tenían una característica común: el carecer de protección de la estructura mafiosa peronista. Salvo Menem, que fue entregado como la encarnación del mal, el resto eran figuritas fáciles.

El derecho penal entonces, a la vez que evolucionó de manos de las mismas usinas hacia la despenalización de los crímenes, también lo hizo hacia la penalización de “símbolos” necesarios para estructurar el poder de la Alianza (y de los militares). Extrema laxitud en un caso y extrema dureza en otros. Alrededor tontos útiles y cobardes que nunca faltan, más bien sobran.

Es así que a mucha gente le ocurre con la izquierda local respecto de este tema lo mismo que le pasó en materia de derechos humanos. Durante mucho tiempo creyeron que hablaban en serio y entonces ahora que esa política se convirtió en la defensa sin tapujos del terrorismo y la justificación del totalitarismo de Castro se sienten engañados. En materia de “limpieza moral” se encuentran, o se desencuentran mejor dicho con los fondos de Santa Cruz y no saben muy bien dónde están parados.

Vuelvo entonces a la condición de “emblemático” como fundamento del encarcelamiento. En un régimen de derecho y liberal, un individuo puede perder su libertad si se lo somete a un proceso legal, en el que se debe probar que cometió un ilícito más allá de toda duda y mientras que sea un ilícito establecido previamente por ley. En los regímenes totalitarios comunistas o nacional socialistas eso no era necesario. En Alemania era crimen estar contra los “sanos sentimientos del pueblo Alemán”, en el mundo comunista es crimen ser “antirrevolucionario” o “agente de los Estados Enidos” y la forma de sostener esas acusaciones es libre. De la mano del “emblema” como sustento de la penalización, don Chacho nos retrotrajo a las cavernas en materia penal.

Había algo más que necesitaba la Alianza. El mito de la extraordinaria corrupción de la década del 90 debía ser “probado” con la cárcel de los emblemáticos. Entonces expresamente se decía sin vergüenza alguna que se forzaban figuras como la “asociación ilícita” aunque no encajaban por ninguna parte, para que cualquier acusación fuera motivo suficiente para privar de su libertad a los emblemáticos sin derecho a excarcelación.

Casi siete años después de iniciada esa falsa cruzada, habiendo manejado y amenazado a los jueces estableciendo un sistema de premios y castigos políticos para los delincuentes que pueblan nuestra “justicia federal” (que merecerá unos cuantos párrafos en este blog, que no fueron perseguidos porque aceptaron convalidar esta cruzada y la de la persecución a militares) las acusaciones se diluyen hasta quedar en residuos que según palabras de los propios jueces (muy caraduras por cierto), les permitan zafar de la andanada oficial. Dicho sea de paso, esa oficina se dedicó en lo que lleva de existencia a perseguir a opositores al régimen de turno y a fabricar titulares de diarios.

El colmo de este final de la historia es que de la chantada también se construyen estadísticas. Según un estudio convalidado por la consultora KPMG y elaborado por la Oficina Anticorrupción hay una pérdida de 10000 millones de dólares al año por corrupción. Si el mundo fuera serio, KPMG no debería durar en el mercado ni una semana después de aceptar esto. La cifra proviene de la exposición del señor Abel Fleitas Ortiz de Rozas, titular de la OA y es la suma de las cantidades involucradas en los contratos sobre los cuales esa oficina hizo denuncias. Para que quede claro, da por cierto que en un contrato cuestionado de la Administración Pública todo su monto fue robado, incluidos encima los casos en que los contratos no llegaron a término por su cuestionamiento. Y lo que es peor desde el punto de vista del derecho, es que da por buenas y probadas las denuncias por el sólo hecho de haber sido denunciadas. Según el señor Ortiz de Rosas y la circunspecta y elegante KPMG el proceso penal no es necesario para determinar la culpabilidad de alguien. ¿Para qué gastamos sueldos en jueces, no sería pagarles un acto de corrupción que habría que sumar al monto total?

Para que nos demos una idea de la paparruchada que esto significa, los mil millones perdidos de Santa Cruz no están ahí sumados porque la OA no los quiso investigar. Tampoco la hiperdevaluación ni los gastos en publicidad oficial. Nada de eso es investigado por la OA. Perdonen, se me hizo un poco largo el comentario.

By Jose Benegas

Abogado, ensayista y periodista. Master en economía y ciencias políticas. Conductor y productor de radio y televisión. Colaborador de medios escritos, televisivos y radiales. Analista y conferencista internacional desde la perspectiva de la sociedad abierta y las libertades personales a las que ha dedicado su obra intelectual. Dos veces premiado en segundo lugar del concurso internacional de ensayos Caminos del la libertad.

7 comments

  1. “La repeticion sistematica de la mentira tiene como consecuencia la creencia de que se esta en presencia de la verdad”
    Esto lo dijo Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler.
    K y sus secuaces lo saben y lo aprendieron a la perfeccion. Vamos a ver cuanto dura la mentira.

    Jose, yo estudie derecho con un tal Jose Benegas pero no te le pareces, algun familiar a simplemente esta lleno de Jose Benegas en Baires ?

  2. Es lo más acertado que he leído en mucho tiempo. Condensa gran parte de lo que pienso.
    Me preocupa, en Argentina y en el mundo, cuánto tiempo puede aguantar lo que queda de civilización liberal, con una inmensa masa de gente a la que la publicidad política masiva ha lavado el cerebro (o el órgano que se le parece).
    Sólo como ejercicio de imaginación, supongamos que durante el gobierno de Menem, la provincia de La Rioja o el Estado Nacional hubieran invertido sumas varias veces millonarias (¿mil millones?) en cuentas de entidades suizas, norteamericanas, de Luxemburgo o de las Islas Caimán; que ese dinero nunca apareciese en estas costas, pese al pregonado “boom” de la economía argentina; que jamás se dijera cuándo y cuánto fue invertido, a nombre de quiénes, en qué bancos o fondos de inversión; que esa salida de dinero no estuviera sustentada en ninguna ley, ni en un mero acto administrativo; que recién se conociera de ella varios años después; que a través de la SIDE o por cualquier otro medio Menem o su grupo entregaran cuantiosas sumas de dinero a “encuestadoras” amigas (Artemio López y cía); que revistas sin patrimonio ni liquidez (TXT) pagaran cuantiosas sumas a “arrepentidos” como Pontoquarto; que Menem hiciese descabezar a la Corte Suprema, y con una mezcla de ignorancia y soberbia, atribuyera sin empacho el “mérito” a la gestión del poder ejecutivo, incluyéndolo como una de sus realizaciones; que Menem obtuviera una ley de delegación de facultades que lo autorice, sin límites temporales, a cambiar discrecionalmente la imputación de las partidas del presupuesto. Si todo eso lo hubiera hecho Menem, y/o alguno de sus allegados, tendría 100 causas penales encima, y los medios de prensa no dejarían de horrorizarse con el abuso de poder (¿se acuerdan cuando Verbitsky escribió “Hacer la Corte”?) y con la corrupción.
    Pero hay una constante: los gobernantes “progresistas” nunca pueden ser corruptos; su autoritarismo es justificado por su preocupación por el interés superior del pueblo; las estadísticas de la pobreza son inventos neoliberales.
    Vamos de mal en peor si los López Murphy y los Macri siguen regalando el centro del tablero a la izquierda, que es la que fija las pautas éticas y los límites hasta los que se puede llegar: nunca criticar a Castro; nunca sugerir que Estados Unidos puede ser mejor socio comercial que Venezuela; siempre poner como ejemplo a las socialdemocracias moderadas, tipo Chile; criticar tibiamente al gobierno; no defender a los “indefendibles” por “políticamente incorrectos”, aunque el derecho debería ampararlos (Patti, Corte Suprema “menemista”, etcétera); festejar las “boutades” de Lilita Carrió, a cambio de la limosna de que diga que son honestos pero con ideas horribles.
    El temor a quedar “pegados” con Menem -que no era liberal, pero sí más tolerante y más racional que estos mamarrachos- hizo que los liberales tengan vergüenza de admitirlo.
    La izquierda, por el contrario, no tiene complejos: Stalin, Mao, Pol Pot fueron desviaciones burocráticas o excesos de un ideal puro; Castro es un luchador contra el imperialismo. Para la izquierda, no hay enemigos a la izquierda, y aun la izquierda “democrática” estilo Rodríguez Zapatero o Bachellet puede exhibir sin preocupaciones sus amistades o pasado de izquierda más dura; la derecha, en cambio, está llena de melindres y de preocupación por complacer al “progresismo”.
    Entre un centro-derecha vergonzante, y una izquierda cada vez más agresiva, si no reaccionamos iremos perdiendo poco a poco hasta la libertad de escribir en internet. Así ocurre en Cuba, y la progresía internacional celebra –a través de internet- los “logros” de la Revolución.

  3. Julio Amen…
    Ya lo dije varias veces aca… las estupideces no rebatidas de hoy, se convertiran en los slogans (que inspiraran politicas) politicamente correctos de mañana… y en eso estamos

  4. Marcelo, hay muchos benegas abogados, pero José (abogado) creo se único (en algo hay que destacarse no?). Si no estoy igual es porque el paso del tiempo juega su papel. Para más datos egresé en el 87. Saludos.

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