La oposición en la Argentina está llena de genios. Estrategas “re-piolas” que la tienen “re-clara”. Leen encuestas y libros de marketing político para primero inferior y luego explican que su discurso eficientista, amoral y poco convocante es lo más inteligente que se pude hacer. Nunca dejan que sus instintos los dominen, no se involucran personalmente en el papel que eligieron jugar. Especulan. ¿Resultados de esa especulación, de ese cálculo?
“Esperá” le soplan al óido al candidato, “hasta que te llegue el momento”. El poder según ellos simplemente llega, no se pelea por él, no se juega el prestigio por él, no se embarra por él, con un poquito de ajedrez barato se lo consigue. No se metieron a favor de la Corte, porque era “menemista”, ni a favor del Procurador Sanchez porque defendía a un militar, ni de los militares cuyos derechos humanos se violan porque pueden parecer genocidas, ni abortaron la impugnación a Patti, aunque en sus caras los borocoteaban, porque a ver si los confundían con represores, no se solidarizaron ni fueron al acto de las víctimas de la subversión, porque los pueden llamar golpistas. Comparemos no más las cartas de lectores de la gente común y su diferencia con las actitudes de los dirigentes y queda palpable la deserción (vean la recopilación en Gaceta 21)
No se “ideologizan”, no se dejan llamar “de derecha”, pues han aceptado que no ser de izquierda está mal.
Estimados señores vivísimos que han dejado desguarnecida a la población frente a un gobierno por demás agresivo y autoritario, no se asombren de que Lavagna sea la oposición. Eso no estaba en ningún manualcito de política, pero la oposición nace desde adentro del poder cuando en frente no tiene nada.
Lavagna es la consagración del fracaso de la oposición centrista y amoral. Eso si, en alguna academia Pitman, podrán retirar el diploma de honor como campeones en lo políticamente correcto. Un fracaso con lustre. O lo que es lo mismo: un éxito para almas pequeñas.
Inteligentísimos estrategas, se están quedando fuera de la cancha. Lo que ocurre en cualquier organización seria ante el fracaso es una ola de renuncias y el reemplazo de los que deciden por gente más seria.
Totalmente de acuerdo.
Estos genios son los que se dejaron engruir como una mucama paraguaya en la ultima eleccion donde el Duhaldismo poso como oposicion cuando era obvio que en el momento exacto que se cerraran las urnas todos se iban a pasar en masa al oficialismo. Eso paso hace pocos meses y estan tratando de armar el mismo chiste con Lavagna. Me estan diciendo que Lavagna es “oposicion”!!!??? Pero por favor!!!
Tal vez se marginalmente menos trogoldita y un pelin mas civilizado que K, pero nadie en su sano juicio puede pensar que representa una alternativa de gobierno distinta que el peronismo K.
Claro que los otros que son promovidos por los medios como “oposicion” estan geneticamente disenados para perder (Lopez Murphy, Macri) o para ser clones de K (Lilita, Binner, etc)
Justamente ayer estaba viendo un episodio de Penn & Teller, en los que se hablaba de la “diversidad” y como la gente tiene miedo de decir lo que piensa por miedo de ofender a alguien o a algo.
Isidro, buenísimo lo de genéticamente preparados para perder. Paulo, sumale que ser políticamecorrecto en un proceso de pérdida de libertades es colaboracionismo.
Isidor…Lavagna no puede ser un pelin menos que K en nada por que esl idiota es totalmente Calvo…es mas él es el Kreador de todo el andamiaje economico, fiscal y confizcatorio que nos rije actualmente…
Pero como bien señala Jose la culpa es del chancho y del que le da de comer…si este gusano es la oposicion no quiero pensar en la calidad de los oficialistas..
Creo que la timidez (por decirlo de algún modo) de la oposición reposa en un terrible y temible círculo vicioso: la opinión pública viene siendo deformada ya desde la década del 90 por los medios audivisuales (a diferencia de Kirchner, Menem era tolerante con la crítica); y en el ámbito educativo, al menos desde el secundario, todo lo que se habla, vive y respira es de izquierda: agrupaciones de izquierda, profesores de izquierda o temerosos de la izquierda, una historia oficial filo-montonera. Existe un temor cerval a proclamar sin ambages que el socialismo es malo; que existió una agresión terrorista a Argentina, en el marco de una guerra fría que muchos, por razones de edad, no conocen, y otros se han olvidado o quieren olvidar; que la izquierda es destructora de las sociedades y por ello intrínsecamente mala; que cuando no hace todo el daño que podría provocar, es cuando en la misma medida ha renunciado a alguno de sus postulados y no ha llevado a la economía las propuestas socialistas (Blair, Lagos, quizás Bachelet). Aun cuando conserven el capitalismo, se ocupan de destruir la familia, la educación, las reglas mínimas de convivencia, la racionalidad y en términos generales el capital social (Fukuyama, “La gran ruptura”).
La alemana Elisabeth Noelle- Neumann pergenó la “teoría de la espiral del silencio”. Sostuvo que “opinión pública” es aquello que cualquiera puede animarse a decir en público sin temor a ser reprobado por el medio social en el que actúa. Como las personas no pueden vivir una contradicción permanente entre sus dichos y sus pensamientos íntimos, terminan pensando lo que dicen.
En Argentina, el miedo a ser etiquetado como “derechista”, sumados a la falta de complejos, la agresividad y a la aprobación mediática de todo lo que sea de izquierda, determinan que el fiel de la balanza esté muy inclinado en esa dirección.
Los políticos de nuestro vergonzante “centro”, en vez de ser líderes y formadores de opinión, actúan como veletas, tratando de captar los “vientos” que corren en materia de opinión pública; pero esos vientos son soplados por la mayoría de los canales de televisión, por la radio y por los medios de prensa. Finalmente, la gente termina pensando lo que los opinólogos señalan como políticamente correcto.
En ese círculo vicioso, de tanto acomodarse a la presunta opinión pública, los López Murphy y los Macri terminan por generar, en el electorado y en la gente, la sensación de que son el límite hasta el que puede virarse a la derecha. Por eso, no me extraña lo de Borocotó: las diferencias entre Kirchner y Macri son de modales y de matices, pero no de principios.
¿Cómo es posible que el pueblo que en 1995 votaba por un candidato, que más allá de sus defectos, era claramente pro-occidental, pro-capitalista y pro-mercado, se haya volcado por esta izquierda semianalfabeta que nos gobierna?
Porque se le viene lavando el cerebro desde hace años. Es un fenómeno mundial, por supuesto que muy acentuado en la Argentina: la political correctness determina los límites de lo que puede decirse en público.
¿Cuál es la solución?
Si es que existe alguna, pienso que pasa por algunos ejes, no todos manejables por la oposición:
1) La creación de canales alternativos de opinión, cuyas diferencias con el actual gobierno sean tajantes, no de matices.
2) La formación de dirigentes liberales, que tengan la lucidez de advertir desde ya el futuro fracaso del gobierno. Los economistas pseudo liberales que aplauden el superávit fiscal -es decir, el saqueo tributario a la gente y los salarios reales bajos- que se vayan con Mr. K.
3) Last, but not least, y aunque me duele decirlo, cuando las cosas se pongan feas desde el punto de vista económico, gran parte de la opinión pública comenzará a darse cuenta que votaron a unos totalitarios e incompetentes.
Lamento decir que, como los marxistas, estoy esperando que llegue el momento.
Impecable Julio.
“No todo depende de la oposición”. No puedo estar más de acuerdo con esto. Hay que echar la rueda a rodar en varios frentes y esperar.
Acabo de hacer docencia con una chica de 17 años. Buenísima pobre, venía con el cerebro reprogramado del colegio. En su casa le decían lo mismo que le decía yo, pero en todo su entorno le decían lo contrario. Ella tenía necesidad vital de ser de izquierda y esto es porque han logrado instalar un sistema de intimidación qeu pocos se animan a transgredir. Dudé en un momento, porque esta chica no puede convencer a nadie. No se si le hago un bien o un mal abriéndole los ojos.
Terrible.